Hace años que no monto en tren, pero sueño con aquel ‘rápido’ que me llevaba justo hasta el centro de Gijón, el “Ruta de la Plata” se llamaba. Es quizás el único sueño que permanece cuando despierto, el de aquel tren con tortilla en la tartera para compartir con el de al lado y en el que me pasaba ocho horas de viaje hasta llegar a destino [mi destino entonces era una novia que tuve por aquellos lares]... y del sueño del tren devienen luego los recuerdos de los años de universidad, las mañanas con Juanito Montero, paseando por la Plaza Mayor de Salamanca y desnudando chicas con la mirada; las noches de queimada junto al Tormes con mi grupo de Biológicas, los fines de semana de buscar plantas con el Bonnier en la mochila y la prensa pequeña de madera con su papel de estraza, los ratos de manchada en El Judío, las tardes esenciales de La Latina, las clases magistrales del profesor Galán, Herráez presidiendo las comidas del San Bartolomé [el Bartolo], las prácticas de Histología y Citolog...
Bitácora de Luis Felipe Comendador