Hoy me percaté de pronto de que no hay nada vulgar en ese agujero presuntamente vacío que es ‘el cero’. Escribí un cero enorme en la pantalla de mi ordenador y me puse a pensar en él, frente a él, sobre él, dentro de él… y al rato concreté que, sin el cero, el hombre no habría llegado jamás a su estado evolutivo actual y que su mente apenas hubiera podido apuntar ideas complejas fuera del mundo tangible. El cero es la representación matemática de una nada ‘capaz’ [no en vano, colocado a la derecha de cualquier cifra la magnifica] y el concepto del ‘no es/no hay’ que dio pie a la posibilidad del ‘menos’ [una posibilidad absolutamente mental que, con el tiempo, ha traído simples y complicados resultados físicos]. El cero es también la representación más aproximada al vacío que el hombre pueda imaginar, y a la vez contiene el potencial de ser colmado mientras conforma la mente abstracta en quien lo usa y lo trabaja desde que los babilonios lo pusieron en el mercado de la mente dos mil año...
Bitácora de Luis Felipe Comendador