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Mostrando entradas de septiembre 2, 2012

Tarde de lluvia...

Atado como un perro atado a estos muros de piedra, a estas paredes de estuco, a estas putas máquinas que son como pistones en mi cabeza, a esta forma de hacer tan desastrada, a este micromundo insonorizado hacia afuera... Hoy llovió. Fueron cinco minutos. Yo me tiré a la calle para intentar beberme esos goterones escasos... y me dejé mojar por ellos... fue entonces cuando vi las paredes de piedra de mi imprenta desde afuera y pensé en su murmullo de posesión maldita, en ese ‘son mías’ cabrón que me amordaza y que me tiene herido... me dije: ‘¿por qué me aferro a esto, si ya conozco el fin mezquino que lo lleva?’... Una mujer entró entonces y tuve que detener mi ducha y atenderla... ‘Sí, dígame’... ‘Verá, yo llevo mucho tiempo queriendo regalarle a mi hijo un puzzle del escudo del Real Madrid, pero no encuentro, y se me ha ocurrido que ustedes, que son imprenta, pueden hacerme uno’... ‘claro que podemos hacerlo, pero el problema es el precio. Habría que hacer un troquel del

Que estoy de fiesta...

La fiesta es droga oscura que me deja perplejo (últimamente no salgo de ese estado molondro por muy variadas circunstancias)... los chicos, que en el curso no dan un palo al agua y parecen unidades absurdas e inconexas, se agrupan empeñados en sus peñas y se organizan prestos para hacer camisetas, comprar bebidas frescas (por no decir infestas) y hacerse por tres días –”TRES DÍAS”– partícipes del ‘people’ en plan gentío grumero... si no se da un pregón al raso, como siempre, se amulan y cabrean... y hasta se manifiestan (perplejo, ya os digo, de ver a estos chavales, de común anodinos, cabreados como monas por asuntos tan magnos como que el chupinazo sea al uso o al eso)... son capaces de armar la de Mambrú si un grupo se retrasa en un concierto o si la pasma acota los horarios nocturnos del bureo... Y viendo en positivo tal cremada juvenil y fiestera, pues que pienso que al cabo debo arder de esperanza, porque quizás un día los pregones se cambien por el paro, la mangada ban

Atado...

Atado como un náufrago al trabajo cabrón que me adocena, sin saber de Hugo o Javi, y arbitrando el comienzo de otro septiembre lánguido y palurdo... El trabajo me mata poco a poco, como un tabaco raro o un cáncer matemático y muy lento... me mata por facetas, por órganos, por ganas, por leves deserciones, por falta de carácter... y ya no entiendo nada... por qué soy, por qué sigo, por qué me desheredo de todo lo que fui, por qué aflojan las ancas de mis mil ideales, por qué no huyo de aquí... Septiembre siempre fue un mes paraíso en este territorio degradado, un mes de cambios netos rizados de contrastes y de ganas, un mes frontera y puente hacia el invierno (donde sé ser más yo)... pero ahora es todo abulia y tiempo muerto, cadena en la cadena de lo impreso,  un algo igual que ayer que me lastima en este  pozo aciago del pagar... pagar a todas horas por algo que no hecho o no he mordido... Y es que me duele andar, me matan los riñones y la espalda, me rugen las entrañas

Rotular camisetas...

Rotular camisetas es un jodido autobluff, una puta cura de orgullo a ratos y un camino cierto hacia la miseria interior si no estás preparado para el trance que conlleva. Mientras todo el miniorbe bejarano está en prefiestas, el chache (que antes uno se llamaba de esta curiosa manera a sí mismo) lleva la friolera de cinco días con sus noches pensando en vinilo térmico, suspirando por unas buenas tintas solventes, ciscándose en las cuatro referencias de transfer para impresión láser que no sirven ni para sonarse los mocos, haciendo pruebas sobre textil de algodón con mezclas, recortando logos absurdos y frases sin gracia (cuando no sin gusto), fajándose con los tres tipos de papel transportador y echando los bofes en la plancha a 180º celsius (no estoy ahorita para hacer la conversión a fahrenheit)... Y junto a todo el paquete descrito, los ineludibles compañeros de viaje con sus comentarios absolutamente odiosos... “eso es que el papel no funciona”... “¿has probado a tostar