Y de pronto, como una brasa o un dondiego de noche, volver a creer en el hombre, en los valores de la amistad y en la voluntad ajena por echar una mano… mi día de ayer fue realmente gozoso [sobre todo por la comparación con los días nefastos que lo precedieron]… hay amigos que saben hacerte volver a los netos parámetros que te acercan a la normalidad y lo hacen sin más –eso es la amistad–, sin pedir nada a cambio, sin entrar en detalles de los porqués y cómos… solo haciendo su magia, enganchando la posibilidad, empujando con ímpetu y sabiendo despertar de nuevo la sonrisa en quien ya la daba por perdida… ayer fue un gran día para mí, un día para no olvidar con gestos para no olvidar jamás… Es triste que la voluntad de uno o dos hombres pueda de pronto con la arbitrariedad del sistema, con sus tontunas y sus rigideces, con su estar ajeno al pulso verdadero de la vida… es triste, sí, que lo que destruye un ámbito normativo mal interpretado por quien lo gestiona, termine siendo solucionad...
Bitácora de Luis Felipe Comendador