Un punto Baudelaire en la cintura –maldito decadente derrespirando en Béjar sin contar con un Maistre– sin un barrio latino que llevarme a la boca, sin un Mènard con el que hablar de aquella joven virgen que pasa por la acera, sin Sarah ‘La Louchette” a dos francos la hora... ¡ay!... una Jeanne Duval a media puerta, una Jeanne morena y sin costuras... decía que hoy tengo un punto Baudelaire en la cintura y una cosa Gautier en la mirada... y en el vientre un trasunto Nerval que me deja romántico y piporro paseando por Valois o siendo Fausto en mi silla de cuero con ruedines... y leo a Francisco Pino, que lo encontré sin querer en la limpieza de mi estudio... “Esa nube fue y se fue. / ¡Qué limpio ha quedado el aire / la pureza de ese ser / que existió para negarse!”... y tomo entre las manos mi palo pulidísimo de acacia espinosa (el que me hace anciano de la tribu tatoga) y lo acaricio como a un cuerpo deseado... y pienso en esa chusma de tipos del dinero que juegan a la guerra c...
Bitácora de Luis Felipe Comendador