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Mostrando entradas de mayo 18, 2008

¿A qué me debo como hombre?

¿A qué me debo como hombre? 1. A regar mi voluntad sin traicionarme y sin dejar que la modelen los otros. 2. A ser individuo tomando conciencia del espacio que ocupo en el mundo, y conocerlo para reconocerme cada día. 3. A formarme una idea compleja de cómo debe ser la sociedad en la que vivo y pelear por ella aunque la sepa utópica, inconseguible. 4. A saber que soy paso y sacar consecuencias de ello. 5. A razonar y a crear desde la cabeza un mundo de posibilidades que sean capaces de traer de la mano sensibilidad, sentimiento y estado. 6. A morir sin sensación de haber fracasado. 7. A procurar reacción a lo que vaya contra mis principios. 8. A intentar cada día. 9. A conseguir una mente elaborada… y también a saber ocultarla cuando sea preciso. 10. A sentir pudor de mí mismo. 11. A eliminar palabras de mi vocabulario para hacerlo más preciso. 12. A saber que mi impotencia podrá ser el paso firme de otros y, por tanto, también sirve. 13. A matar al hombre para crear al Hombre. 14. A t

Rogelio.

El cráneo barnizado de algún/a pobre salmantino/a reposó sobre la mesa de mi habitación durante un par de años. Yo mismo le abrí las suturas con garbanzos introducidos por el foramen magno del occipital y puestos en remojo con agua para hacerlos hincharse y que presionasen hasta separarlas. Yo solito lo herví durante media hora en una enorme perola con agua y perborato sódico para que blanqueara y luego le di tres capas de barniz brillo. Al principio me parecía un hermoso elemento de diversión, y poco a poco terminó resultando una perfecta excusa para el pensamiento. Algunos días charlaba con él de tú a tú y por las noches me despedía pasando mi mano derecha por su pulido cogote. Con el tiempo le puse una vela sobre los parietales que dejaba encendida durante las horas nocturnas de estudio… y terminé aburriéndome de su vacía mirada y se lo regalé a un coleguilla que estudiaba medicina y que siempre que me visitaba lo miraba con auténtico deseo y me decía mientras lo acariciaba: “¡Qué h

Béjar por la mañana es menos Bosco y bastante más Brueghel el viejo.

Béjar por la mañana es menos Bosco y bastante más Brueghel el viejo. Basta apostarse en una acera con un cigarrito en la boca y esperar a que vayan pasando los personajes deliciosos que pueblan el lugar. Hoy, ante la falta de curro, decidí posarme en una acera durante una hora larga cargado de Chester y con los ojos dispuestos a pelear el tedio. Allí la santa con el pan del día que olfatea sus bragas antes de ponerlas a lavar, allí el anciano despertando a la muerte con su bastón pulido de castaño mirando a la argentina grandona como con hambre, allí la mamá indescifrable que presiente mi mirada mientras va con su vástago afanosa moviendo sus tejanos como una actriz antigua, allí los dos adolescentes que se gustan pero que no se atreven, allí la cubana y los tres africanos con sus mochilas llenas y sus móviles, allí la cruz de unos ojos que perforan como queriendo sumar y multiplicarse, allí un estremecimiento y unas ganas, un casi desmayo y una refriega escueta con el municipal que no

De una salida a la noche goliarda.

Salir a la noche como un furtivo a buscar con los ojos su cosita goliarda y libertina, su eterna ‘Fiesta de los Locos’ [el ‘Office des Fous’ de Pierre Corbeil] en honor del Señor circunciso; y ser los ojos por los que tomar la imagen del cura viejo haciendo cola en el prostíbulo, del yonki en su estrategia melopeica y zorola, de los jóvenes a oscuras encontrándose a tientas, de los tahúres casados rifando en los julepes el resto de su paga, de los borrachos tiernos llorando una canción o meando en la esquina, de los hermafroditas con la mano en sus sexos, del rompelunas ido que dormirá en la trena todo el fin de semana… Salir a la noche como un furtivo, conduciendo mi auto hasta las tantas, enredando en las calles el poema necesario de mañana, mirando para ver y no olvidar, para imaginar y describir. Anoche salí con auténtico fervor a estremecerme con el polen alcohólico, a mirar los pesebres donde los cuerpos retozan y mezclan sus licores… y lo hice con timidez y algo cansado, sin des

Jugando a ser Egon.

Fue en un venga ya. Aún estaba bostezando de mi noche Valpurgis y me iba acordando de Ángel sin querer vestirse, sin querer salir, sin querer hablar, sin querer hacer nada; y me hacía a la idea de un nuevo panorama en el mismo escenario de siempre, un panorama con un guión impar y con todos jodidos de nuevo. Aún estaba bostezando, repito, mientras atravesaba la plaza para dirigirme a mi estudio. Las siete cigüeñas de la torre de El Salvador ponían banda sonora con el tac-tac-tac-tac producido por sus picos y la gorda estaba tendiendo ropa en su balconcito con un cigarro encendido en la boca. Fue en un venga ya, porque al subir la calle de Las Armas vi el portón viejo sobre el que habían escrito con tiza “PUTA PITO” y una patrulla de la Policía Nacional tomaba los datos de un automóbvil al que habían robado durante la noche. Miré al cielo y ya empezaban a crecer las nubes para cocinar la tormenta de la tarde mientras un gato de atigrado canela y blanco se detuvo frente a mí y me miró fi