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Mostrando entradas de septiembre 28, 2008

La calma de la constatación.

Mañana asistiré como invitado al encuentro de Poesía Hispanoamericana en Salamanca [intervengo en el acto que se celebrará a las 20 horas en el salón de actos del ayuntamiento salmantino… por si alguno quiere pasarse por allí], y me llevo como encargo personal ir a visitar a mi Juanito, que está en el hospital recién operado del estómago… y luego a ver a Maite, que también anda ingresada por una operación de garganta… y luego a llevarle a mi hija un espejo para su casa y algunas cosillas para irle poblando aquel desierto. Me quedaré la noche del viernes en hotel helmántico [que para eso voy de ponente] y volveré a casa la noche del sábado con los deberes más o menos hechos. ••• Últimamente me agrada mucho constatar lo que ya sabía, cerciorarme de que lo que armo ya estaba armado y de que lo que acometo ya lo tenía hecho hace tiempo. Me agrada y me deja también cierto regusto amargo por cierta sensación de tiempo perdido en la constatación; pero disfruto al saber que repito mis pasos y

Si tenía que haber estudiado economía, coño.

Siempre esperé que me aguardase el fulgor en una esquina, pero solo aparecieron hombres con navajas o viejos amigos pidiéndome algo en nombre de nuestra amistad.. y me dejé robar, y me entregué con ánimo por la amistad debida. Y con el tiempo, quien me robó con un arma en la mano, terminó tendiéndomela… y a quien me entregué sin medida, me dio la espalda o me buscó las vueltas. Y llegué a lamentarme, pero no importó. Siempre aguardé al fulgor como un algo de otros, hasta que me di cuenta de que el fulgor estaba en mis manos abiertas, en mi boca dispuesta, en mis ojos ávidos por recoger… y me hice transparente, como algunas promesas, para pasar el tiempo confundiéndome en mí. --- Ves, viejo, no necesitas alas, aunque te sigo notando herido y vulnerable. Tú dispones, entregas y recoges; tú siembras y destruyes, hilvanas la extrañeza o logras el hechizo. Ayer miré cómo caminabas en la noche, ibas como agotado camino de tu casa y te detuviste de pronto para mirar al cielo. No sé lo que pen

El mundo es un pañuelo...

Hoy, mientras tomaba mi cafetín en PdT, se acercó hasta donde yo estaba uno de los notarios de Béjar [creo que se llama Andrés, aunque no estoy seguro, pues tengo muy mala memoria para los nombres], un tipo encantador y entrañable, para despedirse de mí porque se traslada a Coria por su trabajo. Me sorprendió al contarme que ha sido coleguilla de José María Cumbreño desde muy temprana edad, ese poeta extraordinario y amigo estupendo que tanto afecto me da. El mundo es un pañuelo… y eso me gusta mucho. ••• ¿Te acuerdas, viejo F, del arco iris cayendo entre la niebla en el Valle de las Huertas? Eran días tan diferentes a la realidad… días como encallados en la memoria a los que el tiempo ha puesto su parte de sueño. Tú aún no eras el glaciar en que te has convertido con los años y tenías esperanza en todo lo desconocido, hasta en la gente. Entonces la frente era casi testuz para atacar al mundo que no te gustaba [hoy es cofre secreto en el que guardas vientres esperando a que el declive

Hay que cerrar las puertas a quien viene a agredir.

Hay que cerrar las puertas a quien viene a agredir sin más y con el rostro tapado, al cobarde que desde la multitud clava el puñal por la espalda y huye, al que no tiene IP declarada porque se avergonzaría. Hay que cerrar las puertas al cobarde que busca destruir y contrariar, al mezquino que ni de pescado tendría agallas para llegar de frente. Últimamente recibo comentarios de alguien enmohecido que tergiversa todo en interpretaciones peregrinas y venenosas, cuando desde hace meses casi solo escribo en clave poética, sin meterme con nadie ni con nada, sin hacer referencias que no tengan otro carácter que el literario. Así las cosas, he decidido no aceptar ni un mensaje que no llegue avalado con una dirección IP y una identificación clara de su autor [lo siento por mis anónimos amigos de buena voluntad], porque, en el fondo de todo, esto es solo mi voz y mi mirada, es el traslado imperfecto al papel de mi vida real e imperfecta y de mi vida creativa [más imperfecta todavía]. Sé que dan

Vivo siempre en la orilla de acá.

Ya llevo 16 horas de maquetación y voy cumpliendo los plazos que me autoimpuse, aunque ayer por la tarde flaqueé y me quedé sin aire y sin ideas durante un par de horas, hasta el punto de sentirme desesperado; pero un paseín corto por la Plaza Mayor me puso otra vez a tono y me enderecé. La noche fue realmente productiva y logré adelantar el tiempo perdido [soy un tipo de noches y de luces dirigidas], hasta que oí la bulla que tenían montada los pijos en el ‘Casino de los Señores’ [así se le ha llamado siempre en Béjar por la clase obrera] y me asomé para encontrarme con montones de criaturitas borrachas, rompiendo vasos contra el suelo y montando una bulla fuera de lo normal para sus generales ‘usos educados’ y su ‘formación cristiana’… me da que alguna mocita no salió virgen del sarao [como se enteren sus padres y su confesor…]. Retiré mi coche de aquella guerra y volví al tajo. ••• Vivo siempre en la orilla de acá y me paso el tiempo queriendo vivir en la de allá, acosarla e invadir