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Mostrando entradas de mayo 28, 2006

Chuangtze

No creer es complicado, y me refiero a no creer por sistema, pues lo que llevaría un camino de facilidad por el camino de la confianza, se retuerce inexorablemente en un viaje de continuos recelos. Yo decido rápido en el asunto de dar crédito o no a cualquier causa o efecto, a cualquier persona o ente abstracto, pues siempre he entendido que en el camino de la duda –esta clase de duda, por supuesto– se pierde mucho más de lo que se gana. Así pues, un gesto, un color, un reflejo de lus, una sensación... me ponen de inmediato en un campo o en el de enfrente. Y, claro, me equivoco con mucha frecuencia, pero en mi equivocación está la senda por la que discurro, la del «yo» subjetivo. Creo o descreo a primera vista, y eso me da velocidad de respuesta y, por tanto, tiempo. También he aprendido a rectificar, y lo hago en la misma clave, con velocidad, sin pensar demasiado en las consecuencias. Y no me disgusta. (11:14 horas) Siento que debo hacer un elogio de la figura de José Luis Morante, p

Yamato-takeru

Debo ser importante, pues ya hay imbéciles que suplantan mi personalidad en internet para intentar enfrentarme con mis amigos. En fin, los miserables sólo merecen seguir nadando en su mierda. Allá ellos. (21:45 horas) El día ha sido asfixiante en todos los niveles... y algo desolador. Lo peor ha tenido que ver con mi trabajo y con un estudio de diseño absolutamente incompetente, eso sí, cobrará sus buenas pelas de la Junta de C. y L. por realizar un trabajo que yo me había currado y que han dejado para el puto arrastre –serán familiares del algún político castellano. Y empiezo a relajarme un poquito con mi soledad, la música de Carl Weathersby y los sonetos de W. Shakespeare. Espero que cuando tome tono pueda ponerme un ratito a revisar mi plan para mañana en Mérida, que sobre todo se centrará en volver a ver a mis amigos Antonio Orihuela, Marino González y Antonio Gómez (tres mosqueteros importantes de verdad). También he hablado hoy con Jesús Urceloy y hemos quedado en vernos en Béja

Shichiban Nikki

¡Joder con los sentimientos de renuncia! Hay tanto prójimo amparado en ellos, jugando al «por y para los demás», que sería necesaria una operación mediática de desenmascaramiento. Yo dudo de todos, hasta de mí mismo, cuando dicen/digo que hacen/hago cosas desinteresadamente. Sospechemos de estas actitudes y seamos duros frente a ellas. Es fundamental saber el terreno sobre el que se pisa y, sobre todo, que la verdadera intención del hombre como individuo responde siempre a una dura ley natural de supervivencia (las religiones saben demasiado de este tema... y lo utilizan). (15:55 horas) He visto un documental sobre el proceso de creación de la canción de J. Lennon «Démosle una oportunidad a la paz», y ha sido como volver a mis años setenta, con aquellos sentimientos sociales de utopía y con el alma radical. Recuerdo que por entonces coincidía con un Jesús Caldera ORT, con Mercedes Sosa o Rosa León en las reuniones del Frente Sandinista en Salamanca, que salía con octavillas a la calle

Teitoku

¿Para qué utilizan la moral los líderes religiosos? Como un verdadero ejército fantasma con el que soguzgar a los grupos creyentes y que estos, a su vez, dlobeguen sin conmiseración a los no creyentes. ¿Y la fe? Pues como fortísima anfeta que llega a hacer ladrar en su vehemencia a quienes la consumen. ¿Y el rito? Como algo atávico con lo que infundir temor. Ayer tuve la fortuna de escuchar una conferencia científica sobre la verdad inventada y la discriminación mental que realiza la moral en la mente humana. Impresionante. Como verdad demostrada se dijo que el mentiroso tiene mucho más éxito en su vida, en su trabajo y en sus relaciones. Todo parte de la creación de una imagen propia que se asume como cierta y luego de colocar esa imagen en la mejor posición social posible. Eso, unido a la discriminación o a la permisividad moral crea verdaderos monstruos capaces de justificar cualquier acción por terrible que sea. Se detuvo el tipo especialmente en las decisiones que conllevan elimin

Tekkan Yosano

En mi vida me he visto en una situación parecida: el ayuntamiento de Mérida me invita a la feria del libro de Mérida el próximo sábado para presentar mi nuevo libro y junto a la invitación veo que salgo en los papeles con César Vidal y Alfonso Ussía... joder, sólo falta Jiménez Losantos. No sé si coincidiremos, pero no me apetece nada rozarme con estos tipos... La mala suerte es que en días posteriores intervienen Javier Reverte, Luis Alberto de Cuenca o Marino «de la Luna». En fin, mala suerte que esta vez me llega de nuevo con la feria de las vanidades. Ajo y agua. (19:14 horas) A veces, cuando me sucede el amor, intento indagar en sus entresijos, pero no encuentro más que intuición y un profundo sentimiento de estar compartiendo. Y ya amo sin pasión, con una tranquilidad deliciosa que tiene como resultado una leve euforia sostenida muy beneficiosa. A amar también se aprende, aunque no se sepa de qué va la materia, se aprende sintiendo, sólo sintiendo, sin ponerle intención ni ganas.

Wakaba-shuu

Hay que anotar hoy que la belleza pasa pronto, pero la ignorancia es una lacra hasta la muerte. Y no sé a qué sumar esta consideración, pero espero que a una sola persona le sirva de algo. Y es que se puede ser bello de forma lúbrica, de forma inocente o por inteligencia. La primera forma, la lúbrica, siempre se pone en valor por la química del otro, por ese azar de feromonas que nos hace creernos folladores eternos o diosas divinas. Es una belleza de minutos, de espasmos y de olvido, y se acaba con una tripilla incipiente, con un mal gesto en la cara o con una convulsiva falta de conversación. La belleza inocente dura algo más, como una niñez, pero termina en justa imbecilidad si se quiere mantener en el tiempo. La belleza inteligente, aún siendo la más peligrosa de las tres, es la más duradera y la que produce más estragos en el otro, pero también es la que aporta hasta el final sin perder ni un ápice en función de tiempo, es más, ganándolo. El problema está en que las dos primeras b

Kensai

Esta mañana la he dedicado a la lectura de «De la esencia y valor de la democracia», de Hans Kelsen, y he de decir que comencé la lectura sin muchas ganas, como con la intención de mirar cuatro páginas y dejarlo, pero me he enganchado de tal forma que he rematado el libro de un hermoso tirón. Y lo primero que quiero decir es que cualquier político que tenga en su cabeza ser un servidor digno y honesto con la sociedad a la que representa, no debiera hurtarse de tener este libro en la cabecera de su cama. Hans Kelsen hace una bella defensa del parlamentarismo democrático por comparación y por razonamiento serio, y analiza con lucidez aspectos tan interesantes como el transfuguismo, la autonomía, el populismo o el el obstruccionismo parlamentario. Propugna, además, una hermosa lógica del principio mayoritario poniéndo en valor la importancia de las minorías como opoción futura de gobierno. Todo lo que cuento puede parecer un peñazo, pero juro que no lo es. Hans presenta en uno de sus capí