Justo cuando Eterio Ortega [que estaba cenando en la nueva terraza PdT junto a Juan Antonio Pérez Millán, la concejalota Blanquita y un tipo con barba negra recortada] me preguntó “¿qué letra le va mejor a la poesía?”, fue cuando caí en la cuenta de que hablábamos idiomas distintos. Yo tiré por el camino de la sonoridad [casi sin pensar le contesté que la erre… y, como mucho, la ese], mientras él me preguntaba por la estética tipográfica [yo andaba en la música y él en la visualización estética]. No pareció importante el corto cruce de palabras, pero a mí me dejó toda la jodida noche pensando en la vaciedad del sonido [mi vaciedad] y en la tonta razón de la estética tipográfica sobre el papel [su sinrazón]. Dio Eterio con su flecha justo en la mancha nibelunga de mi espalda, pues llevo meses debatiéndome en armarme una nueva estética en la que la ‘sonoridad’ juega conmigo con mucha más fuerza que la ‘verdad’ presentada con ‘facilidad’ [que siempre fue mi norte de acción poética]. Su “¿...
Bitácora de Luis Felipe Comendador