Hay algunos iconos que contienen miradas infinitas y sugieren un alto contenido de belleza y un potencial creativo y reflexivo de mucho calado. Uno de esos iconos, que me ha perseguido siempre en pensamiento y lecturas, en poemas ajenos y en poemas propios es la mujer de Lot. Hoy reviso mis notas de lectura y encuentro en ellas, sin buscar demasiado, referencias constantes a este icono inigualable.
Anna Ajmátova, la acmeísta rusa a la que pintó Modigliani cualquier día de perros, que su vida estuvo llena de días de perros, escribió en 1922 un excelente poema que tituló “La mujer de Lot” [título que rescataría en 1995 Amalia Bautista para darnos uno de sus mejores y más intensos poemarios, que fue editado en la colección “Llama de amor viva”, de mi genial amigo Rafael Inglada –aviso a los navegantes de que es un poemario imprescindible–], y en la misma línea y con el mismo tema, Wislawa Szymborska nos dejó otro poema par y con el mismo título, aunque algo más flojo que los antedichos… y Juana Ibarbourou, que lo rizó en soneto [“…volví atrás la cabeza un leve instante / y bajo el tilo en flor, vi a mi amante / que besaba en la sien a una pastora”]… y Benedetti [“… no olvides que no se olvida / hacia atrás o hacia delante, / ya el castigo fue bastante, / incorpórate a la vida…”]… y Dolors Alberola [“…Y se giró, en los ojos / la memoria de un tiempo tan sencillo / que no quiso zanjar. Giró, de pronto, / y comenzó una armónica carrera. / Sin temer que algún dios / pudiera allí negarle el paraíso, / retornó hasta la casa de su amado…”… y Pelayo Fueyo [“sólo queda / esa mujer de Lot resucitada / de espaldas al espejo, con un gusto / de resaca marina en las pupilas, / inmune a la penumbra…”].
Me gustaría hoy convocar a un meme a todos los lectores de esta bitácora para que intenten una creación breve basada en la mujer de Lot, con la petición expresa de que dejen su escrito como comentario de esta entrada y animen a quienes les siguen en sus espacios a que también lo hagan. Creo que podemos sacar un fruterito hermoso de pensamientos que nos harán crecer juntos un poquito.
¿Os animáis?
Yo me comprometo a recoger esos textos y a intentar darles unidad en un algo físico –eso si hay calidad, eh– que haré llegar a cada uno de los participantes a su domicilio.
De acuerdo, te haré un link. Decubriendo cosas nuevas, ¡me encanta!
ResponderEliminarJeje Adu, a mí me daba "cosa" escribir en esta entrada, pero ya que rompiste el hielo...
ResponderEliminarQué chuloooooo, ojalá se anime la gente!!
Hola Luis Felipe:
ResponderEliminarAquí tienes mi colaboración a tu idea. Lo de la calidad lo dejamos para otro día.
Un abrazote
En Sodoma llovía azufre
y Gomorra era una fiesta nuclear
El pobre Lot no lo tenía claro, aquello parecía Afganistán.
Columnas de fuego, nubes, tinieblas,
No había duda, Yahvé se había levantado atravesado,
Había que largarse a otra ciudad.
Del norte vino el torbellino, así que fueron hacia el sur
La vida son dos días, se decían,
─Los dos eran pareja, con planes, con futuro,
Con hijas e hipoteca─
Daba grima verlos correr.
Los ojos de Yavhé es que daban miedo,
Eran carros de fuego, ríos de lava, serpientes de papel.
Su mujer no entendía nada
Lot dijo:
“No mires para atrás que este tío nos mata”
Pero, claro, pedirle a una mujer que no mirara
Era pedirle demasiado a una mujer.
Desdeño tu protección cobarde
ResponderEliminarllena de desierto
desobedezco
quiero el castigo
mirar para siempre el fuego
Jajajá,me encanta.
Besines.
Yo me apunto pero como soy un poco lenta, espero que cuando llegue no esté la persiana echada...
ResponderEliminarBesos.
La mujer de Lot no era curiosa,
ResponderEliminarsólo un poquito poeta.
Los poetas siempre tienen el impulso
de mirar hacia lo que queda atrás
de inventar la nostalgia del pasado .
Desde entonces y hasta ahora ya son muchos
los montones de sal que ha barrido el olvido
en el margen caprichoso de las ruinas.
Arriquitaummmmmm, que me arranco por soleares ¡¿eh?!... yo a mi bola, ya sabes...
ResponderEliminarvenga, ahí te va!:
Como yo misma el conjuro,
batalla, ráfagas
de luz
y tiempo
enervando el extraño pulso
de los muertos,
desolados, vacíos
limpios ya
los mares -al fin-
de mi recuerdo...
observo
y me siento sal,
toda
condimento.
(jaaaaaaaaaa y suelto "eso" y me quedo tan pichi, ea!! y me voy a mi casa que ya es hora!!)
Pero qué osadía tenemos algunos! Bueno, ahí va.
ResponderEliminarNo fue curiosidad
Fue la nostalgia,
quien ancló mis pies con saladas amarras,
Quedé presa en el pasado
sin haber llegado a aceptar
que era un ave de paso.
Ya no fecundaré contigo la tierra
- lo harán mis hijas por mí-
ni sabrás lo que pensó mi piel
ni a quién traicioné
al volver la vista atrás
No sabrás la luz que traspasó mi pecho
bajo la nube de fuego que envolvía la ciudad.
Allí supe que lloraría lágrimas de sal
y que los poetas me cantarían.
Fue la nostalgia
Lámeme los pies, agua,
ResponderEliminary los muslos y el vientre.
Recórreme la piel con tu oleaje,
erosióname hasta el desgaste.
Lávame estos huesos castigados
hasta que caiga la sal
toda, repartida,
hasta que pueda quitarme
el sabor de las lágrimas.
YRIT
ResponderEliminarEl nombre de la mujer de Lot
lo encontrarás en los pantanos,
en urales montones de sal
más fina que nuestra desdicha.
A la mujer de Lot no hallarás
en tu lecho. Las mujeres muertas
tienen la mirada turbia de una gata,
de actriz ébria bajo los focos.
A la amante llamarás en vano
y la mujer de Lot no abrirá.
Nunca verás su frontal descuido,
te herirá su espalda, sin aliento.
No fue una simple mirada. Fue que no quiso renunciar a todo lo que amaba a cambio de los páramos duros y yermos que Yahvé fe ofrecía; y en íntima rebelión, cuando se alejaba del suelo cultivado y del lecho donde engendró, se convirtió en pecadora para su esposo y para su dios. Pero Yahvé, iracundo, sin saberlo, la inmortalizó, liberándola del interludio metabólico de la putrefacción y apartándola de esa cadena de reencarnaciones fugaces y tróficas en la que caerían todos los que no miraron atrás. Y así, la mujer de Lot, también sin saberlo, ganó una batalla que ni siquiera quiso librar, y aún permanece, inmarcesible y eterna, en minúsculos cristales cúbicos, ligada a la tierra que amó.
ResponderEliminarNo fue una simple mirada. Fue que no quiso renunciar a todo lo que amaba a cambio de los páramos duros y yermos que Yahvé le ofrecía; y en íntima rebelión, cuando se alejaba del suelo cultivado y del lecho donde engendró, se convirtió en pecadora para su esposo y para su dios. Pero Yahvé, iracundo, sin saberlo, la inmortalizó, liberándola del interludio metabólico de la putrefacción y apartándola de esa cadena de reencarnaciones fugaces y tróficas en la que caerían todos los que no miraron atrás. Y así, la mujer de Lot, también sin saberlo, ganó una batalla que nunca quiso librar, y aún permanece, inmarcesible y eterna, en minúsculos cristales cúbicos, ligada a la tierra que amó.
ResponderEliminarCamino a paso lento
ResponderEliminarhacia la transparencia
y tu eres a mi lado
sólo un trozo de sal.
Juuuuuu, que con las prisas me comí un "soy"...
ResponderEliminarsoy
toda
condimento
Que no sé si arregla o destroza aún más, pero... cachi en diez!
(Ay Sr. Comendador -jeje- viéndolos tan numeraditos me dan ganas de votar a lo..."guayominí: guan point - an pua"!)
Un besote
A las 9 de esta noche, en el programa de la 2 (No disparen al pianista) la Peyroux.
Hola, Luis Felipe
ResponderEliminarMi pequeña aportación está en:
http://carlosjaviergalan.blogspot.com/2009/04/llanto-de-lot.html
Un cordial saludo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola Luisfe, pues la idea no es mala no. Aquí te dejo un algo que me salió en un repente. Un besote.
ResponderEliminarSerena la mirada,
altivo el gesto,
desnudo el pecho altivo,
sereno viene ardiendo.
Trasciende la trastienda del pensamiento.
Debo volver la vista que viene ardiendo.
Altiva la mirada,
sereno el gesto.
Ingrata la memoria
del pastor muerto.
Aqui te mando otra por si te sobra espacio: un abrazo.
ResponderEliminar****
Lot duerme su sueño de tristeza
mientras allá en su corazón la muerte anida
Tras él quedan los días, la belleza
de las cosas que tenían un sitio y un hogar.
Apenas queda tiempo ya, perdido su pasado,
antes de que el dolor final barra su último verso.
Sólo unas horas más ─brilla la luna nueva─
y habrá que regresar.
A su lado, en silencio,
una estatua de sal y soledad, también espera.