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Que el desencanto nos lleve a una nueva utopía.

A esta pequeña rapaz la pillé ayer en el viejo jardín del Casino de Béjar (llamado 'de los señores').


Hay un desencanto generalizado del hombre hacia quienes le gobiernan, un desencanto que ya está extendido a toda la humanidad, y todo por culpa de la ideología imperante, que se niega a sí misma como tal y que nos quiere hacer creer que ya no es tiempo para ideologías (las ideologías nacen y crecen por la necesidad del hombre de crear sociedades perfectas -utópicas- en organización y en resultados para todos los individuos). Pero las ideologías son absolutamente necesarias para las comunidades humanas, pues desde ellas se pueden proyectar los sueños comunes, con ellas se pueden colmar las aspiraciones y en ellas siempre flota una esperanza de futuro.
Así las cosas, con un poder imperante que niega lo ideológico y fragua su negación en el poder absoluto y absolutista de la economía de mercado, debemos comenzar a preguntarnos cómo reencontrarnos con nuevos biotopos ideológicos, para lo que necesitamos saber qué es una ideología, qué acciones y discursos deben armarse para hacerla llegar a todos, a qué realidad debe contestar y si será posible llevarla a la práctica.
Una ideología nace para enfrentar al hombre que ‘es’ con el hombre que ‘debiera ser’, exigiéndole un comportamiento ético a partir de una serie de argumentos basados en lo que produce malestar general, desigualdad y violencia. Es decir, hacer una valoración concreta de lo que hemos hecho mal como sociedad, enfocarlo y partir de ello como base para que no se repita, lo que nos llevará a elaborar una serie de directivas que tiendan a solucionar esos males y a alumbrar un futuro más justo para todos. Así, las ideologías son sistemas de ideas, de ideales y de estrategias con los que intentar propiciar un cambio a mejor. Con estos mimbres ya solo queda extender la idea y convencer a quien la recibe de que debe luchar por ella para que tome cuerpo y realidad, intentando acercar el día a día del hombre a la propuesta ideal, pero sin esos intentos de las imposiciones absolutas que tanto daño han hecho en la historia, buscando siempre el diálogo, estando abierta a cualquier cambio incluyente y huyendo siempre de la machacada idea de adoctrinamiento.
La realidad del hombre es ‘fácil’ si se mide por comparación con la realidad natural, pues apenas pisamos el mundo, ya estamos desapareciendo; pero es extremadamente compleja si se mide en relación con los demás hombres. Ante esta complejidad solo cabe buscar soluciones que nos lleven a un punto de partida de igualdad... todos comen todos los días, todos beben agua potable, todos tienen la posibilidad de formarse, todos cuentan con los mínimos establecidos por la declaración de Derechos Humanos... y desde este punto de partida, que exigiría convencer a todos los gobiernos para la aplicación de políticas hacia esa meta, iniciar el camino hacia un punto en el que la pluralidad y la individualidad caminen unidas sin que puedan considerarse contrarios enfrentados. Claro, que esto es muy difícil, por no decir que imposible. Conseguir establecer un rasero y trabajar para que todos estemos en él sería perfectamente un planteamiento utópico tal como están las cosas, y más sin contar con una prensa libre e independiente [toda la información está canalizada por fuertes grupos económicos que han tomado la propiedad de la información y de la opinión], ese quinto poder anulado estratégicamente desde el sistema imperante.
Quizás el primer paso a dar sea el de crear un sentimiento de grupo basado en la necesidad de ser y estar mejor, y que ese sentimiento crezca y sea capaz de ofrecer un testimonio fiable de lo que se es y de lo que se desea llegar a ser, un sentimiento en el que no quepan los héroes ni los líderes, capaz de empezar a argumentar unos principios sobre los que poder crecer ideológicamente para intentar, posteriormente, los cambios que se precisan, unos cambios que nos lleven a un mundo político comunitario y no a un mundo de los políticos y los financieros.
Juro que cada día le doy mil vueltas a esto, pues estoy absolutamente cabreado con lo que sucede y profundamente decepcionado del Hombre incapaz de abrir su mirada, incapaz de compartir, dejado siempre a la mano de algún listo interesado... mientras en el mundo crecen las diferencias como jamás lo habían hecho en la historia del hombre.

Comentarios

  1. ¡Qué razón llevas, hermano! Yo también estoy muy cabreada y tampoco dejo de darle vueltas... El problema es que muchos de los que preconizan ese cambio posible se han echado al monte y lo que parecía una andadura interesante se está convirtiendo en un desprestigio y una satanización imposible de los otros. Al final todo son riscos y el camino se va tornando en un lodazal. Muchos besos.

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