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ENTRE VÓRTICE Y GURRUÑO


ENTRE VÓRTICE Y GURUÑO.

Ya andaba yo entre vórtice y gurruño cuando llamó el ciático a la puerta. Le dije que no estaba, pero, sin más, se alojó entre la rodilla y el costado, pasando por la ingle, y lo hizo como entró Pedro por su casa. Así pasé de lo derecho a lo torcido y de lo recto a lo quebrado. Fue entonces cuando reaccionó esa zona de mi cerebro en la que habita la atención, y de atender a lo exterior con ganitas pasé a poner foco constante al costado derecho, a la cadera derecha, a la ingle derecha y al interior del muslo derecho. Luego apareció esa cosa genética que heredé de mi madre: "si te duele, te ríes"... Así que entre risa y risa empecé a hacer esa rara ceremonia (que es como un galanteo de las aves del paraíso) de sentarme y levantarme con giros extraños y con esos 'sí, pero no' tan comunes a los ciáticos. Como soy un cliente fijo del pinzamiento molón y ya sé cómo encontrarle las cosquillas al asunto, paseé con cuidado por la imprenta –siempre apoyándome– hasta que di con la vertical, y fue entonces cuando hice una escapada hasta la Plaza Mayor para pillar tabaco –porque en los paquetes dicen cosas brutales, pero ninguna sobre los pinzamientos– y comenzó el tema social. Puntúo las notificaciones por si a alguno le sirviesen para un máster. Veamos:

1. "Qué mal te veo, Felipe. Yo que tú me iba a urgencias".
2. "A mí me pasó una vez y no me pude mover en tres días de la cama".
3. "Te ponen una inyección y como nuevo. Eso sí, duelen que como su puta madre".
4. "Yo conozco a una chica en Los Praos que te lo soluciona en dos sesiones de masaje".
5. "Tómate una tisana y un par de ibuprofenos".
6. "Una muleta te ayudaría mucho".
7. "Haz estiramiento todas las mañanas".
8. "A ver si va a ser un cólico al riñón".
9. "Una faja. Ponte una faja, de verdad, que hace milagros".
10. "Cuida la alimentación, que a veces es de eso".
11. "Tienes que cargar menos, que ya tienes una edad".

Y le dije a Miguel, el amigo del Bar La Plaza, que me hiciera el favor de agacharse a recogerme el tabaco que escupió la máquina. Y lo hizo. Y me marché después de dar las gracias –como pude, claro–. Y volví a la imprenta entre risa y risa –ya sabes– y me acabo de sentar en cinco fases muy pensadas para escribir esto que lees, colega.

El ciático es cabrón cuando se pinza, pero tan solo es cabrón.
Luego se pasa.


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