Clorhídrico el humor... y la lluvia encerrándome en estancias pequeñas mirando como ido este pasaporte a ninguna parte que ahora son mis manos... tienen el gesto como de pedir calma... o lo mismo el de pedir de un pobre de Lacoste en la tetilla... son mis manos, unas manos grandes y venosas, con las uñas mordidas y alguna mancha de tabaco entre los dedos... aún capaces de lo que tenga que ser, aunque no quiero que sean golpes...
Siempre he querido a mis manos, las he querido mucho más que a cualquiera otra parte de mi cuerpo... y las he educado en tactos y gestos muy dispares para hacerlas lo mejor de mí, para que sean la expresión de todo lo que soy y de lo que deseo ser... pero ahora están lúgubres, oscuras, temerosas del trazo y de la letra, están como agotadas de no poder con todo... y las miro con los ojos blandinos, como pidiéndoles que vuelvan a ser manos creativas, elegantes, orgullosas de ser mis dos heraldos.
Y yo que te veo más fuerte que nunca...
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