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Sintagmas... sintagmenos...




Queda la usura para ir agotándonos las provisiones, una usura que ya nos tiene otra vez en los años cincuenta del siglo pasado y promete seguir su viaje al mundo de los saurios con intención liberal y garras para emponzoñarlo todo... y encima se van muriendo los buenos... José Luis Sampedro lo hizo ya, no sin dejarnos un magnífico legado que me gusta resumir en esa respuesta tan suya: ‘¿Libertad en un mundo dominado por los mercados?... vaya usted al mercado sin dinero y luego me dice la libertad que tiene.’... y eso, que queda la usura que propició en su día –y entre otros–  la finada Dama de Hierro (reina de los ladrones en su día y ejemplo de pequeños rateros como todos los que conforman la estirpe aznara, el mundo de caquerío pesoero o los hurtadorcillos catalanes, vascos y gallegos).
A este paso terminaremos reproduciéndonos con espermatosaurios y ovulodontes para que nuestros hijos vuelvan genéticamente a vestir harapos y a jugar en la arena, entre la basura, con dos velones de mocos secos en la cara... pero otro mundo es posible, claro que es posible... solo hace falta la difícil valentía de decir basta y negarse a las gabelas de los mercados panorámicos... y volver a comprar pan de la tahona de la esquina a su precio de verdad, leche de lechero, manzanas y verduras de la huerta cercana... y no pagar impuestos que no se justifiquen con gastos en especie (no en primas, ni en intereses, ni en porcentajes por acaparación). El mundo del hombre debe ser el mundo de las cosas del hombre y no el mundo de las mentiras virtuales del hombre... y los beneficios de la ciencia deben ser de uso universal y no de tráfico mercantil... y los poderes de la medicina deben beneficiar a todos sin sumas porcentuales de las megapotencias farmacéuticas... y la política (la de los verdaderos políticos que representan con sensatez y verdad a su pueblo) debe tener poder sobre el dinero, y nunca al contrario, jamás...
Y mientras muere la usura (o la matamos), pasemos este trago pensando en el valor de un abrazo o un beso, en la potencia de una mirada dulce o de una mano ofrecida, en el calor de una piel rozándose con otra... y hagamos con ello sintagmas verdaderos (sintagmas constituyentes de vida digna y no de palabras).

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SINTAGMAS... SINTAGMENOS
Por lo menos que sangre la voz, si es que ya no hay cojones para que sangre el cuerpo; que sangre y se haga espina... y luego una noche en lo blando, doblegando a otro cuerpo con caderas y muslos, con vientre y con axilas... que somos química, coño, solo química capaz que incapacita con su moral pacata de enlaces de carbono... eso y huesos que quemar en una pira, huesos sin memoria del pasado de carne que los hizo... huesos a los que les resbala si hubo o no hubo, si fue o no fue.
El cuerpo se debate en jugar sus potencias o dormirlas, y lo hace montando una moral en las dendritas y otra en lo más profundo, la de verdad... y en ese absurdo debate moralino se van perdiendo miles de ocasiones para darle valor a los sentidos, para usar lo que física y químicamente puede usarse... y nada se amotina porque el miedo es peor que un enemigo... ¡El miedo!... ¿para qué sirve el miedo?... quizás como defensa del cuerpo ante los retos difíciles... si es así, es defensa que anula y elimina, que deja minusvalía en los sentidos y no permite andar nada que no sean las trochas conocidas... ¿y es eso bueno?... no sé... por miedo nos sojuzgan, por miedo nos gobiernan, por miedo pagamos los impuestos, por miedo no damos ese paso capaz de abrir caminos o cerrarlos.
Mas sintagmas y menos sintagmenos.

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