Recibí de manos del buen amigo Ezequías Blanco su antología de poemas “La realidad desencantada (Antología 1978-2012)” y me senté frente a la piscina después de haberme dado un baño divino... leí, leí, releí, anoté, subrayé... y comencé a jugar sin querer a descontextualizar los poemas buscándoles otros sentidos (no en vano acababa de leer el capítulo “Otras tribus urbanas” y me entró como un temblor prurítico por intervenir en el libro)... ‘desprecio esta dócil piel por las tardes’... ‘cuerpos y entre la nieve lenguas’... ‘como un fruto maduro al ancho del domingo’... ‘ateridas cazaban suaves cascos de yeguas’... ‘el tiempo en su espacio asista amor y venza’... ‘palabras al origen y de pronto sufrimiento’... ‘una tórtola, un tiro y de pronto la soledad’... ‘la vida con qué profundidad ha roído por dentro’... y este aparte y suma que copio... ‘Qué destino tan trágico / ser un poeta a medias / y a tiempo compartido / con un trabajo absurdo / que no da de comer...’... y como si nada comencé a dibujar sobre los textos con cierta impronta Georg Philipp Harsdörffer, decidiendo de inmediato que éste será mi nuevo baño de tuneo... y me tiré la tarde enterita con Ezequías, entre Ezequías, sobre Ezequías.
Viendo los sucesos trágicos que atraviesan el mundo del hombre en estos días, me apetece dejar una breve reflexión sobre ello para que no me quede la vergüenza propia de haberme callado… Las religiones son profundamente dañinas en lo individual y en lo colectivo, en lo cercano y en lo lejano. Siempre basadas en el miedo, en el temor, en la búsqueda constante de un estado de tristeza marcado a fuego en todas sus pautas morales, dirigistas, sometedoras de pensamiento, acodadas con fuerza al dinero y a los grupos de poder que emponzoñan las sociedades desde hace siglos… Por ello, no es peor un cristiano que un judío o un islamista, que son todos malos de raíz, perversos y fieros estabuladores de grupos humanos… Ordenan el odio y la agresión, las más bajas pasiones y la aniquilación de quienes no comulgan con sus mandatos morales. En periodos de paz penetran sibilinamente en las conciencias y procuran que en los poderes políticos y económicos estén sus fieles ordenándolo todo a su ex...
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