Debo confesar que a veces dudo de mi forma de estar en el mundo, y dudo, fundamentalmente, porque mi situación personal hace aguas por todos lados y parece que mi mundo personal se viene abajo. Es entonces cuando tengo que tomar aire y recapitular, pensar en lo que he hecho y decidir si humanísticamente me ha merecido la pena a mí y si le ha merecido la pena a alguien. La verdad es que, desde una situación personal complicada, resulta francamente difícil mantener una ‘ética’ y hurtarse de los solucionamos personales e individuales para avanzar en los colectivos. Por definición, el hombre es egoísta y tiende a buscar primero su propio bienestar para, después, si se da el caso, procurar el bienestar de los demás (casi siempre en beneficio propio). Yo soy hombre y, por tanto, soy así; y por ser así entro en lucha constante con la ética que me he marcado hace años, una ética que es fruto de la formación y de la experiencia recibidas de mis padres y de mis diversos círculos de cercanos.
Cuando decaigo y dudo, como hoy (y tantas veces a lo largo de los meses), me detengo a analizar mis metas utópicas e intento engañar a mi genética de especie con ese ‘debo procurar el beneficio de los demás para mi beneficio propio’, haciendo que mi egoísmo personal se canalice hasta volver a encontrar el cauce preciso de lo que he definido hace tiempo como un ‘humanista pequeñito’. Mis convicciones éticas se resumen en ocho o diez cosas que permanecen con nitidez en mi cabeza, tales como:
- No tolerar el hambre bajo ninguna circunstancia y luchar en la medida de mis posibilidades por su erradicación (en este punto, engaño a mi genética de especie diciéndome que si se erradica el hambre, ni yo ni los míos la padeceremos nunca).
- Que cualquier conocimiento técnico, médico o científico capaz de beneficiar al hombre, sea universal en su uso y en sus aplicaciones, de tal forma que todo el mundo tenga acceso a esos beneficios, independientemente de su estatus social o económico (aquí engaño a mi genética de especie diciéndole que si esos conocimientos se universalizan, mi gente y yo seremos beneficiarios de los mismos).
- Que la formación sea universal y no exista nadie en el mundo sin los conocimientos precisos para poder expresarse correctamente de forma hablada o escrita y todo el mundo maneje la aritmética (mi beneficio en este caso supone que me entenderán mejor y que me haré entender mejor).
- Propiciar sin barreras la libertad de expresión y el respeto a la opinión del otro (mi ventaja en este asunto radica en que suelo expresarme con libertad y recibo golpes múltiples por ello. Si se da el caso propuesto, me iría mucho mejor).
- Trabajar contra las desigualdades de todo tipo (mi ventaja es obvia… Soy tan desigual).
- Procurar justicia en todos los ámbitos del hombre (también mi ventaja es obvia en este aspecto, pues podría enumerar diversas situaciones injustas que me han afectado y me afectan).
- Respetar y hacer respetar el medio ambiente (no dudo que saldría personalmente muy beneficiado en este asunto)
Si a todo esto le sumo que cada vez que le echo una mano a una persona o a una familia, generalmente recibo por su parte amistad y buena disposición, y que incluso a veces se acercan a traerme unos tomates, unas lechugas o unas nueces, o me abrazan sinceramente y me sonríen con ganas y que siempre me reciben con los brazos abiertos… A qué más dudar. Ya estoy de nuevo en mi tono y dispuesto a echar tiempo y ganas a lo que sea.
Y es que no hay nada mejor que darle vueltas a nuestro egoísmo genético de especie para encontrar las soluciones adecuadas.
Todo es interacción. El egoísmo es solo un complejo.
ResponderEliminarPienso casi todos los días que debería ser más egoísta, pero soy incapaz.
ResponderEliminarMe gusta mucho cómo escribes...
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