Yo, que siempre he sido un solitario visceral en lo relativo a ciertos aspectos de mi vida, no acabo de entender bien que, cuando la insatisfacción llega a un vínculo, no seamos capaces de mirar con simplicidad y tendamos a hacerlo todo complejo.
La vida no es bonita si no nos dejamos querer por ella, si nos enredamos en poner tropiezos donde no existen más que voluntades simples y capaces de la sinceridad.
El amor, por ejemplo, es absolutamente cabrón si no has madura, es capaz de destruirte y destruir todo lo que tienes alrededor si no tienes el temple de respirar y ver con tranquilidad lo que tienes, lo que das y lo que se te está dando. Lo demás es accesorio, un accesorio jodidamente puñetero y capaz de romperlo todo para dejarlo en nada. Amar es darse y saber recibir, entender al otro y saber buscar siempre el término medio capaz de la satisfacción común. Pero, equivocadamente, todo se plantea como una guerra en la que alguien tiene que salir como vencedor con esos yo te quiero más y mejor y tú me quieres menos y peor. Amar consiste fundamentalmente en entender al otro y en propiciarle felicidad, no en reclamarle atención, dedicación y espacio, sino en entregarle atención, dedicación y espacio, y no esperar nada a cambio, pues quien espera algo a cambio no ama de verdad. Y así en los demás aspectos de la vida en los que se juega con una relación, del tipo que sea.
Dar pertenece al aspecto activo de cualquier relación. Recibir debe ser siempre parte de lo pasivo, de lo accesorio, de lo prescindible.
Así las cosas, generalmente uno se relaciona perfectamente desde su soledad hacia sí mismo en los parámetros comentados, y es desde esa experiencia de soledad desde la que tenemos que aprender a relacionarnos con el otro, sea quien sea. Yo te entrego mi afecto porque te aprecio o te quiero o te amo, y no te reclamo nada a cambio porque quien aprecia, quien quiere, quien ama solo debe tener disposición de entrega. Lo de recibir llega luego, si es que llega, pero eso no debe ser nunca importante.
Besos.
La vida no es bonita si no nos dejamos querer por ella, si nos enredamos en poner tropiezos donde no existen más que voluntades simples y capaces de la sinceridad.
El amor, por ejemplo, es absolutamente cabrón si no has madura, es capaz de destruirte y destruir todo lo que tienes alrededor si no tienes el temple de respirar y ver con tranquilidad lo que tienes, lo que das y lo que se te está dando. Lo demás es accesorio, un accesorio jodidamente puñetero y capaz de romperlo todo para dejarlo en nada. Amar es darse y saber recibir, entender al otro y saber buscar siempre el término medio capaz de la satisfacción común. Pero, equivocadamente, todo se plantea como una guerra en la que alguien tiene que salir como vencedor con esos yo te quiero más y mejor y tú me quieres menos y peor. Amar consiste fundamentalmente en entender al otro y en propiciarle felicidad, no en reclamarle atención, dedicación y espacio, sino en entregarle atención, dedicación y espacio, y no esperar nada a cambio, pues quien espera algo a cambio no ama de verdad. Y así en los demás aspectos de la vida en los que se juega con una relación, del tipo que sea.
Dar pertenece al aspecto activo de cualquier relación. Recibir debe ser siempre parte de lo pasivo, de lo accesorio, de lo prescindible.
Así las cosas, generalmente uno se relaciona perfectamente desde su soledad hacia sí mismo en los parámetros comentados, y es desde esa experiencia de soledad desde la que tenemos que aprender a relacionarnos con el otro, sea quien sea. Yo te entrego mi afecto porque te aprecio o te quiero o te amo, y no te reclamo nada a cambio porque quien aprecia, quien quiere, quien ama solo debe tener disposición de entrega. Lo de recibir llega luego, si es que llega, pero eso no debe ser nunca importante.
Besos.
Así es....y cuando antes se entiende es vida que ganas.
ResponderEliminarTú das un copón Luis Felipe. Tangencial detalle que a todos los indicadores parece escapar, hoyque nos entregamos a la ciencia falsaria de la medición.
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