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Como una sed

Para la mayoría, vivir es como una sed que nunca quiso saber que el hipogeo es solo catacumba, y empeñarse en seguir a pesar de las taras y los ecos, pensando siempre en que tu tumba permanecerá vacía –cenotafio– porque tu porte es ad infinitum y más allá no importa. Así las cosas, a qué negarlo, ‘tener’ es importante, tanto como atesorar y engurruñarse avaro apretando tus cosas. Es un canon erróneo, no lo dudes.
Vivir, a mi modo de ver, en esta sociedad que ya colapsa, consiste en poner en riesgo la vida, que no es otra cosa que aportarle valor de final y satisfacción de paso, y jugar a que las ‘cosas’ sean manejables, intercambiables y capaces de una felicidad común y compartida. Vivir es detallar la amanecida en los ojos despiertos, agotarse en la noche con un asonrisa de satisfacción, reír como en un cuarto de espejos en el que las sonrisas se multiplican, abrazar y que te abracen, entregar los minutos y las horas a una normalidad justa en la que la competencia solo vibre en términos de calidad humana. Vivir consiste en ser notario del paisaje de afuera y del paisaje de adentro, pero siendo protagonista en movimiento, nunca foto fija.

Nunca foto fija.

¡NUNCA FOTO FIJA!

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