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Hacia el poema...

1

La clave decididamente está en los pájaros, en su vuelo silente sobre las cabezas de los peatones, en ese descalzarse del aire mientras descreen o desnudan sus ojos... la clave está en los pájaros que vuelven en bandadas al atardecer y se dejan caer sobre los abedules como una lluvia negra, en los pájaros frugales que arman su equilibrio en los cables de la ciudad, en los pájaros tristes de las iglesias, en los enjaulados por unas manos viejas...
La clave está en lo efímero de todas esas criaturas del aire que poetizan mi paso con su sombra de selva, esa sombra que nada en el asfalto y a veces me penetra.


2
No llorar mientras el dado permanece en la mano cerrada y sentirse la mica en el granito o esa pierna enterrada que ya no pertenece al cuerpo... no llorar mientras el peluquero le corta los cabellos a tu espantapájaros.


9
Mirar cómo crece el humo y hay confusión en el paisaje... cada caos desespera y luego trae la médula con su hartazgo de ansias... que no te importe nada entonces.


z
Siempre saber lo que matas... porque matas a diario con un blando sadismo de tranvía... saber lo que matas y sacarle la pulpa a tu impostura.


c
No cansarte de estar siempre contigo, de ser un diestro absurdo que apenas utiliza el lado izquierdo, de tener boca y dientes, pudor en la entrepierna, unas uñas mordidas y el esqueleto blanco que sostiene cada palabra dicha... cada gesto.


b
Pecar de incontinencia si una mujer te aguarda o se abre la ventana tras tu sueño... regar el cretinismo de los otros con gritos y alfileres... abrir mucho los brazos y echarte como un perro a ver qué pasa.


;
Sacarte el día como te sacas los zapatos y dejar que el brazo se te duerma en la almohada con tu cabeza encima... que ladre ese hormigueo, que te desapetezca de dormir y que en su perversión te lleve la mano al sexo.


3
La clave está en los pájaros, en su resignación por no ser nube o espejo, en sus alas abiertas en su angustia de incienso... la clave está en los pájaros cuando ponen sus huevos.

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