Ir al contenido principal

Viaje madruguero...



Viaje largo, tedioso y madruguero a tierras extremeñas... casi sin tráfico en todo el camino y el que suscribe concentrado en no pasar de los jodidos ciento diez, que el coche se sale cuesta abajo y hay que frenarle. Al salir de la autovía en Mérida, de pronto me topé con una Extremadura totalmente diferente a la conocía en los últimos años... la carretera hecha añicos y un par de pueblos, entre mondos y lirondos, colocados en el paisaje sin más... pero había cierta lujuria de fauna que me dejó con un sonidito de flauta travesera en los oídos... garzas, patos, rapaces varias, abubillas, cigüeñas y tres hermosos buitres girando lentamente en una térmica... y yo sin cámara, coño. Llegué a La Garrovilla con media horita de antelación y me dio tiempo a tomar un café en un bar tan vacío como el pueblo a esa hora y a fumarme un par de cigarritos caminando entre trigo y olivos [una verdadera gozada]. Llegó mi hora en el Dulce Chacón y todo fue diáfano, con unos chavales [casi todo chicas] que atendieron con verdadera atención en todo momento [mil gracias, campeones]. Terminé y salí de naja con la idea fija de llegar a casa cuanto antes para quitarme el cansancio del viaje... otra vez esa fauna hermosa en cada charca o río del camino... una paradiña en el cruce de Las Herrerías para pillar una Coke rapidita y quitarme la sed [que hacía calorón] y otra paradiña gasolinera en Cañaveral con la pasta justa para echar en el depósito lo que se pudo... que ando más pelao que un quinto... vamos, lo justo para llegar a casa.
Y llegué sin ganas de na, que últimamente ando flojino y casi gatinín.

Comentarios

  1. La Garrovilla me suena que está cerca de Montijo, no?. Pues a toda esa zona se la quiere por vivirla pero, desde luego, no enamora por belleza.

    Venga gatinino, saca las zarpas!!!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj