No soy el mismo quizás porque tú no eres el mismo, pero aún logro sentarme con cierto éxito en la taza de mi baño, y sé que eso dificulta la convivencia, pues hace crecer cierta envidia... pero no soy mucho más ruidoso que otros... por lo menos en el baño... lo peor es que nunca he sabido ahorrar, aunque lo he intentado miles de veces... retirar un par de monedas cada día y ponerlas ‘a buen recaudo’ en una caja fácil de abrir... pero enseguida surgía una necesidad caprichosa y abría la caja que se podía abrir... y eso no es malo, estoy seguro, ahora mucho más seguro que antes, que el ahorro se lo acaban comiendo las entidades bancarias o los gusanos, así que suelo estar satisfecho con mis pequeños fracasos ahorradores, pero sigo intentándolo sin ponerle demasiadas barreras físicas a mis monedas.
Hoy me desperté como agitado, con un molesto escozor de ojos... pensé por un momento que habría soñado algo intenso capaz de robarme el descanso, pero en la ducha me di cuenta de que solo era el peso de las absurdas responsabilidades... los hijos, el negocio, la falta material de los recursos necesarios cuando el mes pisa los quince días... intento con todas mis fuerzas que estas cosas no me afecten, pero acaban domándome cuando dejo el cuerpo laxo, me pueden y me atormentan aunque no quiera... así que fui al desayuno –dos sorbos de leche fría– y doblé la cuchara con rabia... me molesta mucho percibirme afectado y vulnerable... luego se me pasó y salí a la calle.
Las nubes siguen magníficas esta primavera. Observarlas es toda una experiencia estética, todo a pesar de que siempre me quedo con una sensación de vacío por no llevar mi cámara y captar cómo se volutan en el horizonte (no creo que exista el verbo volutar, pero me encanta su posibilidad)... y corrí a mi estudio con una de esas urgencias absurdas que a veces me vienen... volutar, volutar, volutar... y lo escribí en el buscador de mi computadora: “volutar”. El mensaje inmediato fue sorprendente y realmente preocupante: “quiso decir volitar”... me reí, claro... la jodida máquina no solo me corrige, sino que también intenta llevarme al camino ‘correcto’... no acepta que me salga de los límites marcados por quien marca los límites... pero ‘volitar’ me gustó (‘Intransitivo. Revolotear’), aunque no era lo que hacían mis nubes, que mis nubes volutaban... un absurdo, al fin y al cabo.
Luego salí un ratito a pasear para evitar el hambre de cigarros... y enseguida me di cuenta de que en Béjar ya no hay sastrerías... el mundo está cambiando, me dije.
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