Ir al contenido principal

Instantes de un día de otoño y sin musa.




Estoy como desaliñado. Pasé el día con las ceras acuarelables en la mano y un vaso de agua en el que mojar el dedo para extender la pintura... manché montones de papeles con trazos rabiosos y sin una idea madurada... los puse todos sobre la mesa grande y vi perfectamente que tengo un día de mierda al que se suma un dolor en el costado, un final de gripe y un cabreo supino por no sé qué... me abrí una naranjada Hacendado (que es lo más barato que encuentro para refrescarme) y decidí derramarla sobre los papeles...

Las nueces blandas entre la hojarasca mojada y el tipo que viene a verme y me cuenta... “me van a quitar todo, la casa, la empresa, el coche... todo”... y hace pucherones... “justo lo mismito que a mí”, le digo... mira al suelo y lanza una patada al aire... “esto es una mierda”... yo sonrío y me dice... “me das envidia, yo no sé ya sonreír...

Castañas sobre la mesa... y el tipo de al lado con los humos subidos y el ego hepático... se pasa el día murmurando con intención aviesa y solo a veces entiendo algo de lo que dice... “aquí lo hago todo yo... si no fuera por mí... ¿qué dificultad, a ver, qué dificultad?...”... los tipos así me ponen de muy mal rollo, pero en la vida de uno tiene que haber de todo, en fin, su problema es que nunca se sentirá feliz.

Llueve... enciendo un cigarro y me evado de esta mierda de números que me atacan con saña... debo hacerlo todo mal y me da rabia no saber enfocar lo que hago mal... intento caminos nuevos y todo se resume en silencios, en negaciones, en dificultades... estoy llegando a un punto en el que quizás tome decisiones con todas las consecuencias... estoy muy harto.

Hace viento y se oye un silbido en la puerta... intento darme, pero nadie sabe recibirme... será que no sé darme y mi camino perfecto ha de estar hecho de soledad. No entiendo que a cada intento de ser le suceda una obligación de silencio... el hombre se aja y se muere... pero antes pierde la vida en extrañas elucubraciones. Es triste.

Una mujer con paraguas... intento escribir para buscar la alquimia analgésica de la escritura, pero no tengo musa, no hay estro en estos huesos macerados... y los pensamientos me lobotomizan, aprietan mi cabeza hasta el dolor... no es justo que me suceda esto, pero me sucede... quizás el concepto de justicia no exista en las cabezas de los locos... un día un tipo me escribió un anónimo en el que me decía que no sé escribir porque utilizo “quizás” y no “quizá”... él seguro que sí sabe escribir y también sabe que yo no sé escribir... pero es que no tengo musa, ha huido de pronto como alma que lleva el Diablo y no sé qué hacer... el tipo anónimo aquél también me dijo que en mi vida he escrito un verso decente... él seguro que sí lo ha escrito, y es que lo mismo tiene musa y le cuida, aunque no le limpia la mala baba... pasa una mujer con paraguas... me dan ganas de abrazarla... no lo hago... qué mierda.

Comentarios

  1. Buenas noches, Luis Felipe Comendador:

    No sé si desearte que te llegue la musa, porque el escrito es genial.
    Y el dibujo, con la bufanda abrazadora y el gorro frigio tan favorecedor.
    Me has hecho reír.
    ¿Y que más dá quizás, o quizá?

    Un abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj