No sé... pero tengo hijos y ojos, algunas intenciones y dos o tres razones que apenas sufren cambios con los años... también tengo zapatos con cordones que atar, un verso entre alfileres y algunas deudas de tiempo que apenas me preocupan unas horas... y todo esto es la nada cuando veo a Alejandro en las imágenes recientes de los cerros... le enseñé a manejar mi camarota Nikon y tiró algunas fotos con la sonrisa entera en su cara de ángel... le encantaba ese click de los disparos y miraba asombrado las imágenes en la pantallita mientras su ego subía al percibir que los otros muchachos le miraban con cierta envidia... le pregunté... ‘¿quién es tu mamá?’... y se encogió de hombros sin perder su sonrisa hermosísima... una mujer me dijo... ‘no tiene mamá ni papá, señor, vive entre todos nosotros’... y nos sirvieron un platito de comida y un vasito de gaseosa (todo un lujo para celebrar mi llegada)... no podía decir que no, a pesar de que el plato estaba atestado de cebolla (nunca pude tragar la cebolla), e hice de tripas corazón tomando un par de cucharadas mientras, a mi lado, Alejandro devoraba su ración en un platito más pequeño que el mío... lo hacía con ese placer que da el hambre y se lo acabó en un minuto... y fue mi salvación, porque le ofrecí mi plato a Alejandro y le dio fin con la misma velocidad con la que había acabado el suyo... mi deseo imposible entonces fue agarrar a Alejandro y traérmelo a España como al hijo pequeño que sumar a los míos... me encendí de impotencia y, sin que se notara, derramé unas lágrimas de rabia... luego nada.
Viendo los sucesos trágicos que atraviesan el mundo del hombre en estos días, me apetece dejar una breve reflexión sobre ello para que no me quede la vergüenza propia de haberme callado… Las religiones son profundamente dañinas en lo individual y en lo colectivo, en lo cercano y en lo lejano. Siempre basadas en el miedo, en el temor, en la búsqueda constante de un estado de tristeza marcado a fuego en todas sus pautas morales, dirigistas, sometedoras de pensamiento, acodadas con fuerza al dinero y a los grupos de poder que emponzoñan las sociedades desde hace siglos… Por ello, no es peor un cristiano que un judío o un islamista, que son todos malos de raíz, perversos y fieros estabuladores de grupos humanos… Ordenan el odio y la agresión, las más bajas pasiones y la aniquilación de quienes no comulgan con sus mandatos morales. En periodos de paz penetran sibilinamente en las conciencias y procuran que en los poderes políticos y económicos estén sus fieles ordenándolo todo a su ex...
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