A veces me vienen las palabras como chorros y necesito darles salida como sea, y lo hago, casi siempre con el resultado de que me hacen daño con su efecto boomerang, sobre todo si hablan de asuntos en los que no controlo todos los datos, todos los flecos y todas las miserias. Cuando las digo, cuando las escribo, juro que lo hago desde el autoconvencimiento (correcto o incorrecto), desde la necesidad urgente de ‘decir’, desde la indignación o desde la sensación insoportable de injusticia.
Esta semana publiqué un pequeño artículo sobre la fea situación creada en la Agrupación Socialista Bejarana (ni la he creado yo, ni es bonita… nadie podrá decirme que miento en esto). Dije como un vómito lo que pensaba, sin darme cuenta de que en el ‘juego político’ todo tiene ‘justificaciones’ según el punto de vista de quienes toreen… quiero pedir disculpas por ello a un montón de amigos que se pueden haber visto afectados por mis palabras, pues no fue mi intención romper lazo alguno (ya se encarga cada uno de romper los suyos propios como para que venga yo con mi tijera forastera), pero sí quiero dejar claro que, salvando cada una de las decisiones individuales que pueden haber sido tomadas en conciencia o en interés (que nunca se sabe), en los sucesos recientes que han creado la crisis del PSOE en Béjar se atisban, sin tener que hurgar demasiado, actitudes interesadas, faltas graves al comportamiento democrático, personalismos infumables y un daño considerable a la idea.
Es triste observar cómo se agarra el personal a la estructura piramidal cuando está a favor de sus intereses personales y como babea por lo ‘absolutamente democrático’ cuando ello significa beneficio propio (aún sigue siendo peor la primera opción que la segunda). También debo decir que el daño no lo he infligido yo con mis palabras, que el daño estaba antes de ser escritas y ya era de uso corriente en mentideros, calles, mercados y comidas familiares de la ciudad estrecha.
Y también es cierto (basta salir y poner la antena) que el comentario de calle es más duro, mil veces más duro que el que dejé en negro sobre blanco.
Yo no voy a dejar de ser amigo de mis amigos por un feo asunto de política interna de partido… seguiré apreciando a cada uno como lo hacía antes, y espero que el aprecio siga siendo recíproco a pesar de que haya sido de los pocos que se han expresado en letra impresa sobre el asunto.
Mi forma de ser me obliga siempre a la expresión porque, entre otras cosas, no quiero que nadie se equivoque conmigo, que se sepa lo que pienso, cómo lo pienso y por qué lo pienso… si todos hiciéramos un pequeño ejercicio de sinceridad pública al mes, las cosas serían de otra forma muy distinta.
¡Ea!… que abrazos.
Don Luis Felipe, salvo error por mi parte, creo que corresponde apuntar una "fe de erratas". Donde dice "...el daño no lo he infringido...", ¿no debe decir "no lo he infligido...?
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias por la corrección, amigo Antonio. Abrazos.
EliminarEstos días, en los que he estado por allí he podido comprender la certeza de tus palabras, querido Luis Felipe.
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