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ESAS METAS NO CONSEGUIDAS

Mi madre tuvo en su vida varias metas y puedo decir que las consiguió casi todas, pero una de ellas, una que quería conseguir como fuera antes de irse, consistía en conseguir que el cadáver de su padre, Felipe Sánchez Barbero, asesinado por los miserables franquistas y enterrado en una cuneta junto a otros bejaranos, recibiera sepultura digna. Eso no pudo conseguirlo y le dolió hasta el último día en que su cabeza procesaba con lógica. Mi madre también deseaba morir con dignidad y acompañada de los suyos, que lo manifestó en muchas ocasiones, y lo segundo se cumplió, pero lo primero, lo de morir dígnamente, no fue posible, entre otras cosas, porque no hay la fuerza suficiente para luchar con encono contra la moral pacata que no permite finales limpios y decentes. Muchos de los que vienen ahora a manifestarme su sentimiento –no sé si falso o verdadero– sobre mi madre, jamás apoyarían una ley de muerte digna, mientras se deshacen en ofrecer oraciones (?) y evocar recuerdos positivos de una gran mujer que no debió sufrir jamás todo lo que sufrió hasta acabarse. Y yo siento una rabia inabarcable que se traduce en un enorme cabreo con el mundo.

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