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Mostrando entradas de agosto 11, 2006

Mu Shiying

Ya tengo mi Korando y me encanta... Por fin un auto que sustituye estéticamente a mi fallecido Jeep y en el que me siento un minicapitalista de izquierdas venido a más, el hombre Lacoste que siempre he sido a pesar de que mi cabeza me dictase otra cosa –los prepijos seremos siempre prepijos, es así de triste. Del día, salvo el asombro que me ha causado el que mi colega Jacinto me contase que en el albergue de Llanoalto está alojado un grupo de más de 100 chavales de la OJE... ¡La OJE!... ¿No es mundial de la muerte? Si yo creí que esas siglas habían sido enterrradas con El General, pero parece que la cosa sigue y que han adoptado la bandera constitucional española en sustitución de aquellos yugos y aquellas flechas... Es un flash que me ha dejado ciego. Y también que me han llamado Urceloy y Belén Artuñedo para sacarme una sonrisa fresca, que no todo ha sido perplejidad anonadante. Para celebrarlo, me he repatingado en mi sillón a disfrutar una horita larga del libro molón «Marilyn. ©

Luo Guanzhong

Las borrascas de verano son como esas jóvenes lúbricas que te insultan directamente a la edad mientras caminan frente al asombro de tus ojos... me hacen sentir vivo con su aviso fresquísimo y llaman a las ganas como una fiebre, a las ganas de todo, de todo. Hoy ha llegado por fin mi borrasca de verano, y a eso de las siete me he ido a la calle a mojarme, en chanclas y camiseta, por todo el centro... y empapado he vuelto a sentir aquella sensación de los dicisiete años, cuando en las tormentas arropaba a la chica que me gustaba bajo mi gabardina. Estoy vivo, coño.

Wang Anshi

La capacidad de imaginar es lo que nos hace distintos, que no superiores, y de ella nos llega la suposición o el adelanto mental de los diversos desenlaces, que nos sirve de puta madre para valorar el paso siguiente que hemos de dar. Todo perfecto, pero el problema se nos plantea cuando, olvidado el instinto, caemos en la duda que no nos permite determinar con velocidad. Mientras el animal procesa en clave de instinto y resuelve generalmente en función de parámetros físicos y químicos, el hombre itroduce una variable que da lentitud al proceso por valorar opciones de tiempo que a veces no son muy determinantes para un éxito mantenido... pero sí para un estrepitoso fracaso. Yo, en todo caso, prefiero imaginar, aunque con ello alcance consecuencias de insatisfacción en lo tangible. La ventaja del hombre es que en el imaginario personal puede armarse un mundo ficticio que actúe como láudano del mundo real, consiguiendo en el proceso cierta armonía que nunca podría llegar por una serie enc

Gao Xingjian

Después de un montón de días llenos de trabajo y tensión, hoy hago puente y me siento como vacío. Al salir de casa me he dado una vuelta tranquila por Béjar para ver cómo actúa el nuevo plan circulatorio municipal y sólo me salen quejas que indican una tremenda falta de previsión y de diseño por parte de los munícipes. Lo peor es que han puesto en marcha su jodido experimento cuando más movimiento de personas y automóviles hay en la ciudad estrechísima, sin pensar en ningún momento en que las molestias que le procuran al autóctono y al foráneo son de cabreo absoluto. Sólo se me ocurre que ante la previsión de una debacle electoral en la ciudad, el alcalde y su equipo están entonando un dramático canto de cisne que, para más inri, además de molesto, dejará las arcas vacías a los que vengan. (11:07 horas) Veo en internet que David Torres se acuerda de mí en un artículo sobre la mano izquierda de la empresa Yanko para despedir a sus curritos que ha publicado «El Mundo». «Agradecido... y e

Zang Kejia

Las constantes ausencias de casa por atender a los padres –cada día más largas y en las horas que más apetece estar todos juntos– van minando poco a poco nuestro estado de ánimo y están creando distorsiones que probablemente tengamos que pagar con los años –me refiero a los hijos–. Yo creo que estamos aún en tiempo de pillar la razón y acomodar la vida –nuestra vida– con cierta lógica que no nos lleve al aborrecimiento. No sé cómo poner solución, aunque percibo que no debo ser yo quien intervenga en este asunto, pero se acerca el final del verano y todo puede complicarse hasta las lágrimas con la vuelta al trabajo y con los críos otra vez en el colegio y con todos los horarios cambiados. Mi solución –la que veo más viable– pasa por contratar a alguien y cambiar tiempo personal y tranquilidad por dinero, pero no sé si esta posibilidad convocaría la volutad de todos... En todo caso creo que es tiempo de hablar con calma para preparar el invierno, y hablar en términos prácticos y no de a

Camilo Sun

Hoy echo mucho de menos a José Luis Morante y si no supiera que está en la costa con el ombligo puesto al sol, me atrevería a llamarle para obligarle a venirse a Béjar un fin de semana. Y le echo de menos porque el contacto con la muerte lenta me pide amigos de verdad con los que charlar de largo de cuestiones que sólo se plantean en estas circunstancias vitales que hoy me tocan. Magdalena es ya sólo un objeto con la única capacidad de producir ternura y con la potencia de armar la de San Quintín entre los que la rodeamos. Su peso distorsiona en extremo y nos lleva a conocer si los lazos son firmes o hacen agua, saca lo peor de nosotros mismo y también lo mejor... y agota, agota hasta la desesperación y la derrota. Verla mirando a la nada es muy triste y muy duro, y pensarla en aquel constante ajetreo que era su norma de madre eterna me hace meditar en lo absurdo de la vida de entrega y en la hipocresía que se ha hecho dueña de nuestro mundo pequeño. Cuando ella estaba viva (vivaz) era

Zhang Chengzhi

Vivo en Tontobéjar Ville, coño. Con la gongorina cruzada de ganar las enésimas elecciones, el grupo que desgobierna en mi puto pueblo de mierda se ha puesto a cambiar las cosas de lugar para crear esa sensación tan chula de apariencia que te da algo que vender a los ciudadanos estúpidos, y no se les ha ocurrido otra cosa que pringar las calles de asfalto en puro julio –cuando viene la gente de fuera a pasar unos días de asueto– borrando todas las señalizaciones de tráfico y, para más inri, cambiar la doble dirección en las dos arterias principales de mi ciudad (por ínfulas de sus habitantes) de mierda. Pues bien, los accesos a la Plaza Mayor, que antes eran directos por una vía franca –la calle Colón–, ahora son todo un laberinto que ni los habitantes del lugar sabemos desentrañar. Si partimos de la Plaza de España, tenemos tres soluciones de llegada a la plaza de la Piedad y a la Plaza Mayor (centro histórico): 1ª. Meternos por Puerta de Ávila (prepeatonal) y subir hacia San Juan a co