Ir al contenido principal

LIV




La verdad es que no sé si he sido un buen tipo o si le he hecho daño a demasiada gente, pero sí sé que vivo en y por el intento de ser mejor ser humano que el día anterior, que la semana anterior, que el mes anterior y que el año anterior... aunque no sé si lo consigo, pues el terreno está lleno de dificultades y cada día soy menos político en mi expresión y más mordaz en el trámite de mi rabia, que es mucha en estos últimos meses...
Sé que tengo amigos estupendos y que hay gente que me quiere y a la que quiero, por lo que puedo darme por satisfecho en el apartado de los afectos... también sé que aún la edad no me ha enseñado a digerir ciertas cosas y a veces actúo como un crío mimado, y ahí debo empeñarme en aprender a ser más humilde y a limitarme a hacer antes de pararme en sentimientos propios y en golpes absurdos al aire.
De este año puedo decir que he metido en mi mochileta a algunos seres extraordinarios que antes no existían... Hugo, Esther, Javi, Joan... que me he emocionado hasta la flanura con Setxo y Luis, con Lorena y todo su universo peruano, con Aisha y Seidou o con mi Morantón bohodonero... que he vuelto a saber de la mierda de la literatura (con minúsculas) mientras volaba con la lectura de Pavese, Nicanor Parra,  Oliverio o Blanca Varela... que he sentido los largos silencios Gragera (echo yo de menos a ese tipo) y tener que dejar algo apartados a mis amigos lejanos por esta falta de moneda que me tiene en purita resistencia... que he sabido del afecto de la Flor (padre e hijo son dos tipos extraordinarios que siempre se acuerdan de mí para echarme manos salvadoras)... que he dudado de mis convicciones políticas y he intentado y fracasado en mi expresión pública de esas dudas... que he perseverado como un ceporrillo en mi proyecto solidario (y eso me pone felicidad absoluta donde quisieran reinar la tristeza y la desesperación)... que he visto muy cerca la jodida carita de la ruina, esa dama gris que aún me sigue acariciando cada mañana, pero que ya me va resbalando un poco por la purita convicción de que no puedo hacer nada en este navegar al pairo de los acotecimientos.
El resumen es que soy un tipo bastante feliz por comparación con quienes me rodean, que a pesar de que el camino está absolutamente trazado y no hay opción a trochas personales por las que escapar, aún sé tramitar mis caminos paralelos para salir del agobio diario... y que creo con fuerza en la posibilidad... y que lucho por ella como sé y como puedo... y que intento cada día espacios nuevos... y que creo en lo que hago porque me sale de los cojones.
Como todos los años por estas fechas, agradezco encarecidamente el afecto de quienes se acercaron a mí y me olvido sin más de los odios minúsculos que haya podido suscitar, eso sí, pidiendo disculpas a quien se sintiera herido de forma directa o indirecta por mis palabras o por mis hechos... y que estoy aquí para lo que gustéis cuando sea preciso.
Un abrazo fuerte a todos y un ‘¡adelante!’ gritado con entusiasmo.

Comentarios

  1. Y millones de cosas buenas más, que no has dicho, por pudor o por una modestia mal entendida, que eres un tío cojonudo, y que no conozco a nadie que te conozca y que no diga todo lo todo que eres. Te quiero. Desde este norte.

    ResponderEliminar
  2. El que se haya podido sentir ofendido por ninguna de tus acciones, sinceramente, sólo puede ser un necio o un gilipollas.

    ¡Adelante, coño!
    ¡Adelante!

    ResponderEliminar
  3. y qué narices, Luis Felipe, has vivido con ganas y sigues haciéndolo. Felicidades.

    ResponderEliminar
  4. Esta voz del más allá cree que eres un tipo fiable, un tipo jubiloso, un tipo creíble, un tipo al que se le puede confiar un abrazo y saber que será devuelto en una medida mayor. Y uno a este lado de las cosas se siente débil y nota a diario que le flaquea la moral viendo la de oficios que practicas, lo mucho que se da usted, lo poco, por lo general, que se entrega uno. Y ya está, amigo mío. Saludos desde el buen sur

    ResponderEliminar
  5. Desde mi desconocimiento hacia tu persona te digo que, creo firmemente que eres alguien a quien emular.

    ResponderEliminar
  6. ...A mí me gusta darte un besito en tu suave barba... Yo no beso a nadie que no sea buena persona.
    Besosos gordos

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj