Llevo tres jodidos días esbozando caballos como un hombre de las cavernas... y es que me está resultando muy duro desprenderme de la mano de Setxo, de la mirada de Setxo, de la sonrisa franca de Setxo... los dibujo mientras hablo por teléfono, mientras pienso en cómo arrancar con algún trabajo de la imprenta, mientras no sé qué hacer.... es como un mantra o un tic nervioso... y cada uno responde a un impulso rápido y no buscado, en cuatro trazos que no sé de dónde proceden ni hacia dónde van.
Y me preocupo.
Los días esbozando caballos han dado buenos frutos, un trazo fuerte, un movimiento controlado, un primitivismo anterior a Altamira, magnífico, telúrico. Tras las líneas negras y rojas puedo oir el primitivismo de Stravinsky.
ResponderEliminarMuy bien, te felicito.
Salud
Francesc Cornadó