Mi suerte siempre fue más de arándanos que de monedas, pues jamás me tocó una lotería ni algo parecido que no me hubiese trabajado antes, pero siempre tuve una suerte muy especial para los tesoros que la mayoría no ven como tales.
Paseando por Salaverry acompañado por los bomberitos voluntarios del lugar, llegamos a la plaza de armas, que está coronada por una iglesia limpia de corte español... y me dio curiosidad por ver el templo (cosa que pocas veces me sucede)... lo bomberitos me acompañaron en la visita... una iglesia llena de luz y exenta de lujos, con sus virgencitas vestidas como para una fiesta... de pronto, uno de los bomberitos, con formación en historia del Arte, me dijo que hacía poco tiempo habían descubierto unas gárgolas mochicas en el tejado del templo... y me entró la curiosidad... ‘Nadie las conoce, porque no se pueden ver desde la plaza y tampoco está permitido el acceso al tejado, pero si usted quiere, subimos...’... y claro que subimos... dos enormes saurios mochicas en perfecto estado de conservación se acodaban detrás de la cúpula del templo... y los miré con auténtico placer, y los toqué con mis manos blancas y les hice un par de fotos... todo a pesar de que me golpeé dos veces en la cabeza al atravesar los accesos pequeñitos que llevaban al tejado y aún me duelen los chichones. Mis ojos acababan de ver lo que la mayoría de los habitantes de Salaverry no conocen... y me sentí como si me hubiese tocado el gordo de Navidad por haber tenido ese privilegio.
¿A que tengo suerte?
Además tienen esa expresión Lacoste que me suena de algo ;) A veces las coincidencias son reencuentros.
ResponderEliminarNunca ocurre nada por casualidad...tus ojos debían verlo.
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