Y de pronto el viento como en ‘La noche estrellada’ de Van Gog o como el mismo Céfiro soplando a la Venus Botticelli en la Galería de los Uffizi… y los cabellos volados haciéndole un flou al rostro redivivo de ese eterno y continuo que se llama ‘mujer’, y respirar de nuevo imaginando neto el cortejo dionisíaco y transformado por un segundo en el satyrisci último bailando como un loco al son de címbalos y aulos… es día de amazonas y lluvias racheadas, de un ‘llevatelotodo’ incontenible y plástico, coral, ambulatorio… y me siento fantástico notando este valor de inexorable que deja el ventarrón, porque me asumo libre y hay un azar de faldas que pueden levantarse, porque me noto ingrávido nadando en su marea de soplidos, porque me impele a todo, y digo a todo/todo… este viento me aloca y hasta me desescombra, me deja semibípedo y volado, me despega y me arranca como una Kawasaki Vulcan S, me parábola entero, me muellea, me cimbra y me acabala… y hasta me aplaza un poco los impuestos.
Este viento que me acaricia entero, que me tapa los poros, me universa, me llena de un contigo que me encanta, de un contigo precisamente ahora, que estaba grillo negro en un día de lluvia bajo el fango.
Demasiado largo sería. Te escribo correo.
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