Vuelta al curro normal, al de todos los días, con visita inesperada de Vanesa, la delegada argentina ( de Argentina y de «argentum») de Paquito Ortega para asuntos de trabajo. Nos tomamos una caña en Cubino y charlamos por encima de proyectos y otros estados de la materia. La vi guapísima, delicada y flou. Un cielo de niña. Marchó a intentar cobrarle a Luisfran la factura fiestera de sus representados y quedamos en vernos por la capital del reino con mediación de poesía y cañas. No lo olvido, Vanesa.
Viendo los sucesos trágicos que atraviesan el mundo del hombre en estos días, me apetece dejar una breve reflexión sobre ello para que no me quede la vergüenza propia de haberme callado… Las religiones son profundamente dañinas en lo individual y en lo colectivo, en lo cercano y en lo lejano. Siempre basadas en el miedo, en el temor, en la búsqueda constante de un estado de tristeza marcado a fuego en todas sus pautas morales, dirigistas, sometedoras de pensamiento, acodadas con fuerza al dinero y a los grupos de poder que emponzoñan las sociedades desde hace siglos… Por ello, no es peor un cristiano que un judío o un islamista, que son todos malos de raíz, perversos y fieros estabuladores de grupos humanos… Ordenan el odio y la agresión, las más bajas pasiones y la aniquilación de quienes no comulgan con sus mandatos morales. En periodos de paz penetran sibilinamente en las conciencias y procuran que en los poderes políticos y económicos estén sus fieles ordenándolo todo a su ex...
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