
Ya va siendo necesaria una revolución en condiciones, una de aquellas con Bastilla o con Potemkin, una revolución de carritos de bebé rodando por escaleras, de sangre encharcándose y mezclando la miseria de los nuevos ricos con el triunfo de los viejos pobres –los ricos de siempre ya se ocuparán de irse a sus castillos de invierno a verlas pasar–. ¡¡¡Una revolución, coño!!!, sí, una que se cepille de un plumazo a los especuladores, una que no permita la presunción si hay pelas y la condena si no las hay, una que deje en camiseta de tirantes al gilipollas de corbata y traje de fina alpaca, en camiseta de tirantes y en calzoncillos blancos, una que se carge de un plumazo la cocina de diseño y las mingadas currucucú de todos los minimalistas mundiales... una jodida revolución con su estética de aquí se acabron los coches distintos y los ojos pagados para mirar y los oídos tapados para todo... una revolución sin colonia y sin jabón, sin cremas y sin aloe vera... una de agua clara y fría, un agua que despierte y despeje, que encienda motores sin más. ¡Ay!... aquella «Canción ritual que habla de España» del Pablo Guerrero que llenó mis días encendidos e incendiarios... «Tu cabeza está llena de bicicletas blancas, tu corazón un tren desbocado y oscuro. Por tus venas galopan caballos alarmados. Amas el sol y el riesgo, el fuego y el futuro. Islas hay en el tiempo donde vivir querrías y pueblos donde son las tareas comunes: En la escuela se aprende a manejar cometas y a vivir, que es lo mismo lo mío que lo tuyo. Y sales a la calle y la ciudad te niega, y dos y dos son cuatro y mañana hace frío y hay una chimenea debajo de tu cama y alguien dictando normas dentro de tu bolsillo. Y en la pared escribes tu granada de sueños, tu estallido de nuevos horizontes auroras. Y tu imaginación contra la gris costumbre pide: ¡la vida es nuestra!, ¡¡¡paraíso ahora!!!». Sí, coño, ¡¡¡PARAÍSO AHORAAAAAA!!!

(17:58 horas) Después del pasote currero del fin de semana –currando para «que me lo agradezcan»–, cabreado como un cura salesiano y sintiendo con rabia varios intentos de humillación profesional y personal de un par de pericos... cerré el garito a cal y canto y me leí a Raúl Vacas: «Al fondo a la derecha», una colección de sus artículos en «Tribuna Universitaria» que no me han llegado en el mejor momento –lo siento, colega– y su «Consumir preferentemente», con chulas ilustraciones de Pep Monserrat y una poesía ocurrente que me ha hecho sonreír y hasta pensar un ratito. Gracias al colega por aguantar mi cabreo con sus prosa, su versos y su tranquilo paso. Prometo un mejor día de relectura, que lo merece.
Anoche pasando las paginas de uno de tus libros, encontré una dedicatoria tuya en una guarda. Me invitabas, hace ya 10 años a escribirte algo. ¡Pobre de mi! Postúlate y no dejes que los mediocres ensucien tu arte. Seguro que las palabras de admiración ya no te dicen nada por eso sólo expresaré un deseo: Que el vacío que perseguiste llenar suicidando a tus féminas leyentes se llene muy pronto.
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