Ir al contenido principal

Piranésica bejarana.


No que voy a pillar mi café diario y me encuentro PdT tomado por el fresquito personal ‘Comarq IV’ metido en sus vinitos y tal [Pascual], y me digo: ‘Algo pasa y no puede ser malo’. Efectivamente, no era otra cosa que el Piranesi bejarano acababa de entrar en la capilla de los tomados por los cuarentaicinco. Me invitó al café [no era pa menos] y me dejó la tarde como simpática, por lo que se ha ganado la triste mofa que sigue [mofa a la edad, que no al tiralíneas molón que la lleva]

JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ ANTÚNEZ GASTA YA 45

Ya estás en el descenso, José Luis,
y no es cosa de broma, te lo juro,
pues de aquí hasta la muerte queda un duro
periplo para el bicho de hacer pis.

Otras cosas verás en esta merma
arrugarse ‘per se’, que Dios lo manda,
e igual que quien gatea al final anda,
verás perder la fuerza de tu esperma.

No temas tal fracaso de tu hacer
ni tiembles ante el no de tus potencias:
Enciérrate en las cartas y el anís

o busca en esos libros del saber
las más sofisticadas referencias
de fumarse el descenso con hachís.

Te lo dice el pringao Savonarola,
que nota que su cuerpo ya no mola.

[El estrambote hortera va por petición Ojeda... besos.]

¡Felicidades, campeón!

(21:28 horas) Esto de ponerse mayor es como una de esas hermosas merendolas de Nicanor Parra: acabas ya empezando y no ves más que el final aun en el acto de calzarte la servilleta alrededor del cuello.
Mi sensación cercana y directa conviene en que es la piel la primera que sufre la desventura: las heridas cierran, pero la piel no recupera el color de siempre, quedando marquitas de color canela que van configurando un mapa sobre el cuerpo… luego llegan los pequeños dolores sin importancia alguna [dolorcillos suaves de riñones, el pago del trabajo hecho con las rodillas, de vez en cuando un quiebro de la espalda… cositas nada más], luego el pelo comienza a blanquearse poco a poco, y el vellito del pecho se va nevando a ratos; y comienzan a caerse las más gloriosas estructuras que fueron mar abierto: las tetillas, el morcillón del vientre, las nalgas… y luego llegan esas historias circulares [en mi caso es cistitis, una cistitis crónica con la que ya convivo como con mis hijos: unos días mal, otros bien… pero siempre juntos].
Y lo peor, desde mi temprano punto de vista [digo temprano porque alumbrar los cincuenta me parece una vejez temprana, en sus mismos comienzos, por lo menos desde el punto apreciativo], lo peor, decía, es esa jodido sensación de oportunidad perdida [ese notar que ya no te acompañan las potencia y ello te imposibilita físicamente para un montón de asuntos que estaban en tu vida como norte probable], el conocer de cerca que ya no eres la ‘capacidad’, sino sus restos, que ya no queda atisbo de atractivo que no sea el venido de la palabra inteligente y acertada o del engaño…
Hacerse viejo es feo, de verdad, lo juro y lo prometo… feo porque contiene mil carencias y millones de imposibilidades, porque notas la pérdida en todos sus ramales, porque vas viendo con espantosa tranquilidad cómo la cabeza está mucho más allá que el cuerpo.
Pero existen maneras de solventar el asco, miles de ellas, y yo me las trabajo con auténtica pasión cada mañana… me rapto e imagino lo que podría ser sin ni siquiera plantearme que no será posible.
Me queda lo que me queda y lo aprovecho.
De FUMADORAS

Comentarios

  1. Además, a partir de los 45 -miedo me da decirlo- los sonetos tienen estrambote... (dicho por uno al que le llegan ya).

    ResponderEliminar
  2. Es increíble, te estas internacionalizando, cada día configuras algo nuevo en tu blog, me da envidia toda esa capacidad que tienes, o es que manejas bastante tiempo libre?.

    ResponderEliminar
  3. sólo consiste en acertar con los recursos para blog... son páginas que contienen los códigos de mil cosas. Es muy rápido todo.


    Abrazo

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj