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Vivir es acertar y equivocarse.


Abrir los ojos y sentir los tendones carcomiendo sus ganas en los huesos, y notar cómo la mano hormiguea después de hacer de almohada impenetrable, y percibir el nítido empujón de la vejiga en el sexo abultado por la noche, y ver borroso entre los mil avisos que me punzan todo el cuerpo con su ‘ya vas mayor, viejo elefante’… y pisar las calles nuevamente, haciendo del himno Milanés mañana y horas… y volver a abrir los ojos y saberme paisaje en el paisaje, hombre entre los hombres, abstracción en este mar concreto en el que todo tiene nombre y ocupa un espacio aleatorio y vivo.
Vivir es ser de nuevo cada día, hacerse en la mañana y poner orden en todo lo mirado y recibido, libar labios ajenos, ser vencido por cualquier contoneo en una esquina y atinar a decir: ‘soy yo y me quedo’.
Vivir es no pensar mientras recibes el oxígeno justo que precisas y la mano de aquél que no te pide sino un nítido aval a su existencia… también es persistir en repetirse en los gestos sabidos para hacerlos genética esencial para mañana.
Si al ser sientes vacío, busca roces; si al hacer no precisas en lo neto, dentente algún segundo y mira adentro; si al moverte no atinas en el gesto, retoma tu camino y busca huellas que no sean de tus pies ni de tu talla… y síguelas sin más, que alumbran signos.
Vivir es acertar y equivocarse, tener y no tener al mismo tiempo, sentir que en cada ausencia hay un indicio que es digno de llevarse hasta su límite. Vivir es ser consciente del abismo y procesarlo en clave de alto vuelo; vivir es desear, poner en celo el paso que darás, decir a voces ‘soy y estoy’, ir a por pan reciente al mediodía o hacer una visita a la peluquería de la esquina para que te adecenten el cabello… vivir es recordar y hasta olvidarse de lo que fue suceso hace un segundo, buscar el ánimo o el empujón precisos, cabalgar algún cuerpo aunque sea soñando, perpetuarse en todo lo efímero, mover los párpados para engrasar los ojos, tocar y sentir que te tocan, contar tus cicatrices lentamente y darles la razón que necesitan, herniar algo de tarde con tus manos, apresar el milagro de lo que eres, sudar y hacerte sangre, ser lascivo, ser ardiente, ser misterio, ser pantano, ser reúma de gestos y lumbre de ceniza, ser fiebre, ser rincón, ser en unas caderas, ser caimán, ser gotera y arteria y tendones y carne y presencia y hangar y saliva viscosa y ceguera y metales y barro y pupilas y muslos… y ese aire que sale y que entra, el que quizás estuvo en ti hace un ratito y se te escapo con la voz.
Ser memoria y no serla es la vida.

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