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Isabel y Vicenta conocieron la nieve.


15 de diciembre de 2008
Disfruté como un crío chico con Vicenta e Isabel [dos encantadoras paraguayas que se buscan la vida con mucho esfuerzo en nuestra ciudad... Isabel cuida a mi suegro Ángel]. Empezó a nevar fuerte al mediodía y Ángeles me llamó para decirme que Isabel estaba flipando en colores mirando por la ventana como caían los copos [era la primera vez en su vida que veía la nieve cayendo con intensidad y cuajando en las calles] y que dijo para sí: “si pudieran verlo mi hijo Rubén y mis nietos...”. Así que me armé de cámara y abrigote y me fui a buscar a Isabel a la casa de Ángel. Estaba recogiendo el mantel cuando llegué y le dije: “déjalo todo como está y vente conmigo a hacernos unas fotos de nieve para que las envíes a Paraguay”. Se le encendieron los ojitos y corrió a abrigarse.
Al salir a la calle, que estaba resbaladiza de cojones, le dije que se agarrase fuerte de mi brazo para no caerse, y lo hizo bien fuerte.
Subimos hasta el parquecito de El Murallón y allí se encontró con una amiga de su país que también estaba haciéndose fotos... la amiga nos miró con la cara torcida y le preguntó a Isabel: “¿Quién es ése al que agarras así del brazo?”... y ella se ruborizó y no supo contestarle.
Cuando íbamos a iniciar la sesión blanca, Isabel pensó en su prima Vicenta y me dijo: “señor, ¿puedo ir a buscar a mi prima para hacernos las fotitos juntas?”... y con el “pues claro” que le contesté empezó a reír de felicidad.
Recogimos a Vicenta y nos fuimos los tres al parque, que estaba divino, y allí les hice un montón de fotos mientras disfrutaban de la nieve como dos chiquillas... Casi se me saltan las lágrimas cuando Isabel escribió en la nieve el nombre de su hijo y el de sus nietitos.
Yo creo que disfruté más que ellas observando cómo se tiraban bolas de nieve y cómo reían a carcajadas.
Las dejé jugando en el parque para ir a mi trabajo... de lejos se oían sus risas bellísmas.






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