El otro día, charlando con Diego y Álvaro, les decía que con los años he llegado al convencimiento de que lo más importante en mi vida es que la imprenta vaya bien, en su curso normal, sin que sea un negocio magro, pero también sin que sea una ruina... me da igual todo aquello que sentía hace uno años bajo el ardor del narcisismo y la juventud... las ansias de aceptación y el caer bien, el desear escribir el mejor libro del mundo y verlo publicado, el obtener premios y reseñas en papel prensa... ahora solo necesito que mi imprenta tenga tono, el tono suficiente para que pueda aislarme y hacer lo que me venga en gana... para mí, claro, que cuando saco algunas cosas para compartirlas con los demás me llegan tirones de orejas, algunos abucheos y esos metemiedos del “ten cuidado con lo que haces”. La vida es así y yo no puedo cambiarla, así que a veces me autocensuro hacia los demás, aunque jamás me censuro en mi trámite solitario. Para comenzar bien el año, sí me gustaría pedir disculpas...
Bitácora de Luis Felipe Comendador