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Día de músicos amigos



A veces pienso que me gustaría ser como Salinger... vivir encerrado inventándome palabras, enloquecer en defensa de mi intimidad, escribir hasta perder la noción del tiempo y el espacio, beber mi propia orina y crear un universo paralelo, privado y loco... y también hablar hacia afuera desde la boca de alguno de mis personajes [Salinger lo hacía por boca de Holden Caulfield, el protagonista de ‘El guardián entre el centeno’]. Y me gustaría ser como Salinger porque comparto algunas circunstancias vitales con su alter ego... siempre he sido un tipo que no sabe lo que quiere y que nada me llena, me he sentido incomprendido en largas etapas de mi vida, he sido un alumno mediocre, he criticado con acidez el mundo hipócrita con algo de cinismo, he sido sarcástico y rebelde, he sentido profundamente deprimente mi vida cotidiana... y tengo una hermana muy madura y un hermano muerto [el mío murió justo al nacer]... lo malo de todo esto, lo peor, y quizás también lo mejor, es que ando corrigiendo mi novela para presentarla a mi editor, Marino González [que me visitará el sábado y comeremos juntos, acompañados del inefable José Luis Morante] y me doy cuenta ahora, después de varios años de escritura, que no es ni más ni menos que un mal ‘El guardián entre el centeno’ a la española, algo así como aquel cine de Paco Martínez Soria de los años setenta. Me he dado cuenta de que en el fondo he intentado decir lo mismo que dijo Salinger, y eso me jode un punto, sobre todo si la novela se queda en su versión corta, que es la que me pide Marino.
Y que a media mañana llegaron Diego Fernández Magdaleno y su hermano Álvaro, dos tipos a los que quiero, y nos tomamos unas cañitas juntos... ellos venían a Béjar para comer con Albert Sardá y Pérez-Bufill [afamado compositor de la escuela de Josep Soler] y para encontrarse conmigo, que hacía un montón de meses que no nos veíamos. Acabamos en El Castañar, exactamente en La Venta del Bufón del colega Miguelito, charlando de todo lo divino y lo humano... Albert contó algunas anécdotas divertidas de su época Hippie y se confesó comunista libertario con una sonrisa de oreja a oreja... Albert está viajando por España en moto y esta semana le tocaba Extremadura, así que nos despedimos con un abrazote y marchó a dormir en Cáceres.
El asunto me dio vidilla, que la necesitaba.
Gracias a Diego y Álvaro y gracias también a Albert, un tipo extraordinario del Barça que compone música de la que yo no entiendo.



•••
A veces me quedo entre perplejo y mandarino cuando charlo con tipos del margen de edad de los cincuenta a los sesenta años, que es en el que yo estoy [por abajo, eh], y voy descubriendo que tenemos referentes más o menos iguales [es normal] y que nuestro estar no es nada serio, a pesar de que seguimos manteniendo cierta dosis de utopía en las neuronas y una pasión pasada [no revenida] por un tiempo de vino y rosas que nos llevó y nos trajo hasta esta progresía de hoy desbaratada y mentirosa... se habla de drogas, de amor libre, de socialismo verdadero, de vida en comunión con la Naturaleza... pero también de curas pederastas y de una religión capadora de mentes que persigue en vez de acompañar al hombre... de estas conversaciones siempre consigo sentirme un viejecillo destartalado que aún cree en el hombre como ser de futuro [de futuro mejor], que aún cree en la libertad como meta y camino... y salgo de ellas como vestido de una esperanza pálida que me ayuda a seguir en esta historia... y es que mi generación es tremenda... educada en contravalores de castidad y en disfunciones que producían granos en la cara... autoeducada en un salir adelante como sea para conseguirlo todo por las buenas, unidos y en la calle... y defenestrada en créditos y trabajos luengos como castigos eternos... y todo para llegar a entender que da igual el mes del calendario o no pagar el plazo del coche durante un par de meses, que da igual la ley o la trampa, pues al final todo es muerte... y somos lo que fuimos y lo que han hecho con nosotros... hambrientos de libertad encadenados al dinero y sobreviviendo en paraísos pasados [todos artificiales]... que ya es algo...
Y luego partirte el culo [o encabronarte] con los viejos hipócritas, con esos tipos ‘hechos a sí mismos’ [pero siempre al abrigo de los demás] que van de dignos ciudadanos y llenos de verdades que son exactamente su gran mentira... en fin.
Me hacía gracia Dieguito esta mañana, en PdT, soltando en alto eso de ‘¿qué coño significa el haber aprobado una oposición?’ [y me encanta porque D aprobó la suya correspondiente]... pues nada más que eso, Diego, el tener un argumento para escupir a los demás que eres mejor [que eso habría que demostrarlo cada día] y que tienes tu sueldo asegurado de por vida... pero nadie dice que quienes vivimos a salto de mata opositamos cada mañana con Hacienda, con la Seguridad Social, con el banco y con la caja de ahorros, con los clientes y con los proveedores... opositamos con el espejo y con la ducha... y hasta opositamos con la puta almohada que nos sostiene cada mal sueño.

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