Partiendo de que Greg Izor está como una puta cabra, una de esas de escalera y trompetín, se podrá imaginar lo que es capaz de hacer en un escenario con su caja de armónicas y su micro años cincuenta plateado... y si a eso le sumamos que estaba apoyado por King Bee, con un baterista absolutamente tronao y un armonicista verdaderamente elegante, nos queda una ecuación magníficamente bien resuelta en esa aritmética del blues que hace que el cuerpo tiemble y entre casi en uno de esos éxtasis prevudús que tanto me gustan. Lo disfruté como un mamoncete con teta grande y el que no fue, nunca podrá saberlo.
Viendo los sucesos trágicos que atraviesan el mundo del hombre en estos días, me apetece dejar una breve reflexión sobre ello para que no me quede la vergüenza propia de haberme callado… Las religiones son profundamente dañinas en lo individual y en lo colectivo, en lo cercano y en lo lejano. Siempre basadas en el miedo, en el temor, en la búsqueda constante de un estado de tristeza marcado a fuego en todas sus pautas morales, dirigistas, sometedoras de pensamiento, acodadas con fuerza al dinero y a los grupos de poder que emponzoñan las sociedades desde hace siglos… Por ello, no es peor un cristiano que un judío o un islamista, que son todos malos de raíz, perversos y fieros estabuladores de grupos humanos… Ordenan el odio y la agresión, las más bajas pasiones y la aniquilación de quienes no comulgan con sus mandatos morales. En periodos de paz penetran sibilinamente en las conciencias y procuran que en los poderes políticos y económicos estén sus fieles ordenándolo todo a su ex...
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