Los jóvenes de mi generación pensamos durante mucho tiempo que nuestros padres eran gente simple (en el concepto más benigno del término) y que en ellos había cierto asunto maniqueo venido de no trabajar con ideas complejas porque, entre otras cosas, debieron utilizar su vida en hacerse a sí mismos, en montar una casa con sus comodidades y en mantenerla a base de trabajo rudo y constante. A nosotros nos gustaban más las penumbras que los contraluces, las zonas intermedias llenas de complejidad y muy dadas a múltiples matizaciones... ellos eran de ‘esto, esto y esto’, mientras nosotros abundábamos en el ‘quizás/quizá’, en lo sugestivo, en lo cambiante a base de reflexión estúpida.
Con el tiempo nos hemos dado cuenta de que todo era lo mismo y que su camino directo llevaba al mismo lugar al que hemos llegado nosotros... y todo para que ellos estén mucho más satisfechos de sus vidas que nosotros de las nuestras.
"es igual, al final todo es lo mismo".
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