Generalmente, los que me rodean se burlan de las cosas que yo considero importantes, precisamente porque para ellos no lo son y, por tanto, ven en mi mundo algo inútil y absurdo. De ello he aprendido que la opinión de los demás me importa un pepino, sobre todo si esos demás demuestran una jodida incapacidad para hacerse preguntas que no sean de índole deportivo, de sexo o de baja economía.
Es por ello que debemos escoger entre quienes nos rodean a una o dos almas sensibles –si es que existen– y cerrar nuestro mundo relacional en ellas.
En todo caso, y no sé por qué, mi esperanza quiere un momento de gran tensión social para que crezca el número de personas que se hagan preguntas importantes... y vendrá, claro que vendrá, vendrá de manos de los ambiciosos que no dudan en derramar sangre por riquezas, vendrá por los iluminados de oración y fe ciega, vendrá por los harapientos que llegan buscando lo que es suyo... y algunos pensarán sólo cuando vean peligrar su parcelita de miseria.
Luisfe, escribes bien (a riesgo de que te lo hayan dicho un millón de veces), no sé como es tu poesía, pero lo que es el blog, plasmas fielmente algunas de mis batallas perdidas de toda la vida. Como la de este post.
ResponderEliminarGracias a ti, por dar estructura a los sentimientos, como este de sentirse raro