Ir al contenido principal

Grave tarea la de desexistir.


Hoy, a la hora de la comida, me dice mi Guillermo [comenos los dos solos todos los días de diario y somos compañeritos]: «Papa, ¿de dónde salen los raviolis estos que nos comemos?» [él llama raviolis a los tortellini]. Y yo le digo que se hacen con trigo, con harina de trigo... « y el trigo, papá... ¿quién lo inventó?»... y yo dudo y le respondo que no lo inventó nadie, que lo siembran los agricultores... «No mientas, papá... el trigo lo inventó Dios, que me lo han dicho en el cole». Y yo me cabreo porque no sé explicarle de una forma infantil quién cojones inventó el trigo, ni decirle que yo no creo en Dios aunque aguante a sus mesnadas... «Jo, papá, Dios debe ser más poderoso que Dark Weider y que el emperador de los Toa juntos, ¿verdad?».
Comí en silencio los puñeteros tortellini y el niño no dejaba de mirarme esperando asentimiento a su pregunta. Al rato, sin más, le espeté: «Dios no existe, Guillermo». Se quedó estupefacto, pensó, tomó un par de bocados de su plato y me dijo: «Entonces... ¿tú tampoco existes, papá?»... Y le puse los dibujinos japoneses para que no me jodiera el día... Los miró con atención y en silencio hasta que terminó el episodio, y justo en el tiempo de publicidad me miró de nuevo muy pensativo y farfulló: «Yo de mayor tampoco voy a existir, como tú y Dios».
Y lo escrito es tan veraz como mi jodido dolor de riñones. ¡Manda güevos!
De Tontopoemas ©...

Comentarios

  1. Los niños son la porra,me lo creo todo y también quiero dejar de existir de mayor, como dios.Cuánta verdad en vuestras palabras. Cómo me ha gustado vuestro episodio, Pipe. Y muchos besos desde Madrid y a ver cuando vamos a verte y pasamos un buen rato contigo y te pago las plaquettes y respiramos Castilla y nos damos un masaje. Es el puto libro el que no nos deja ir. Besos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj