Se nos metió el día en agua y me abrigué para salir al mundo pequeño bejarano, casi un mundo de ultratumba cuando ya no hay verano que sumar ni ha llegado la nieve todavía [aquí vivimos de los espejismos que propician las agradables temperaturas del verano –sobre todo del fresquito nocturno– y del azaroso espejismo de la nieve]. Paseé por Colón y no me encontré un alma [eran las 10:15 horas], lo que me pareció magnífico, pues mi ciudad me gusta así, sola, como abandonada de la gente, tendida para mí solo. Tal circunstancia logró que demorase mi paso para intentar hacerlo eterno.
Al llegar a mi estudio miré el orden del día [la prensa en internet] y vi que Alonso ya dejó de ser rival y Hamilton sonríe, que el Barça goleó, que San Suu Kyi podrá hablar con un tipo de la ONU por gracia del fascio birmano, que hay un ‘acta de Crawford’ que delata a los perros de la guerra Bush y Aznar, que el rey anda quemado por las calles y que Wayne Wang gana la Concha de Oro del Festival de Cine de San Sebastián… lo de casi siempre y como casi siempre, sólo la longitud mediática de lo birmano pone una breve corona en la frente de los informativos, pero junto a esa breve corona está la mierda olvidada: La muerte por uranio, petróleo y diamantes en Angola [ya pasó del millón de muertos], con su Jonás Savimbi desaparecido para respiro de unos y tristeza negra de otros, con cientos de miles de desplazados… una guerra que viene del año 1975 y que jamás salé en los mentideros de papel que nos elaboran las verdades diarias.
El desastre sanguinario de Burundi, sí, aquella cosa posmoderna de hutus y de tutsis que estalló con el asesinato de Melchior Ndadaye en 1993 y que trajo a nuestros ojos cráneos partidos a machete, miembros cercenados a dolor vivo y ojos tristes… hoy están detenidas la negociaciones de paz y Burundi ocupa el lugar del tercer país más pobre del mundo… y nada de nada en los medios mediáticos. Los eternos conflictos de la República Democrática del Congo, con irreconciliables odios étnicos que maquillan los asquerosos intereses económicos extranjeros [diamantes, oro, petroleo, uranio… y la mortal ambición por el coltán –columbita y tantalita– tan solicitado en las nuevas tecnologías para sus componentes]… el saldo de casi dos millones de desplazados y casi cien mil muertos… todo propiciado por la ambición de países tan castos y puros como EEUU, Alemania o Bélgica… y el drama de los niños soldado… poco cuentan los medios, ¿verdad?
El drama de Chechenia, con un 10% de su población muerta o desaparecida en los últimos nueve años –250.000 personas–, con más de 200.000 refugiados apretaditos en Ingushia a una media de 20 grados bajo cero… y todo por el jodido petroleo de paso y por las ambiciones de Rusia y EEUU… no vemos a esos refugiados congelados por la tele. El medio millón de desplazados de la Liberia de Charles Taylor y de Sierra Leona a Guinea Conakry… es el paraíso de las violaciones de derechos humanos, y comenzó todo con la ambición de Francia por los yacimientos de bauxita, ¿qué sabemos por la prensa? La pobreza de Nepal, en donde más de 13.000 personas han perdido la vida de forma violenta… La muerte en Nigeria, una muerte negra en la que tienen demasiado que ver Texaco, Shell o Chevron… americanos, coño. La corta historia de Timor Oriental, con más de 200.000 muertos por violencia y 250.000 refugiados bajo la mirada pasota de Portugal… Y Zimbabwe, y Sudán, y Sri Lanka, y Nagorno-Karabaj, y Kosovo, y Filipinas, y Afganistán [de este conflicto nos enteramos algo porque nos tocan muertos], y Corea, y Argelia, y Colombia…
Pero es más importante que gane o pierda el Barça, que Alonso plastifique su bólido en una curva y que Hamilton sonría… La prensa solo sirve para no comprarla, para no leerla, porque ‘sirve’ siempre a su señor con descaro y con humillación… decide las noticias maquillándolas para modelar nuestra opinión, crea confictos ridículos para ocultar conflictos grandes y ciertos, hace bueno al malo y malo al regular… envenena, vicia, miente y manipula.
(18:33 horas) Siempre sonreí cuando escuché decir o vi escribir a alguien ‘la manito’ en vez de ‘la manita’, pero hoy me tomé en serio buscarle la historia a tal expresión del diminutivo. Después de bucear en internet un ratillo, pues en mis diccionarios y gramáticas no encontré nada, pillé un magnífico artículo de Ángel Rosenblat en el que se da razón al asunto: me descubre Ángel que tanto los términos ‘mano’ como ‘día’ han mantenido desde su origen latino su género a pesar de la terminación, siendo ambos dos casos anómalos en el sistema de la lengua… El caso es que en la mayor parte de España [exceptuendo algunas zonas de Andalucía –mi amigo onubense Diego Mesa dice ‘la manito’, que se lo escuché dos veces durate su última vita a Béjar–] se ha aplicado el sistema general de que los sustantivos femeninos terminan en ‘a’; sin embargo, en la mayor parte de América se utiliza ‘la manito’ manteniendo el origen irregular de ‘mano’, usando el sistema particular de tal anomalía lingüística.
Propugna Ángel que nos detrengamos en el ‘juego armónico’ de las dos fuerzas y no nos dejemos llevar ni por los analogistas que defienden ‘la manita’, ni por los anomalistas que defienden ‘la manito’.
Ambos usos son correctos y abundan en el juego de la lengua.
Y me he quedado satisfecho, coño.
De FUMADORAS |
INGLÉS AL DÍA: The one who does do the war?
Se puede decir mas alto, pero no mas claro.Sobran los comentarios.
ResponderEliminarHablando de otoño, los periódicos lo representan, fuente de imágenes, de colores, de collages....
ResponderEliminarEstamos en otoño y aquí no hay guerra.
Luego de la lectura me quedo en silencio, reflexionando...es un honor que pases por mi casa virtual ...
ResponderEliminarUn abrazo grande
Además, la prensa, desde el uso de las nuevas tintas, ya no sirve para envolver el bocadillo de sardinas: tiene productos químicos contaminantes.
ResponderEliminarLa lengua es sabia, nosotros olvidadizos.
Desde mi despacho sentada cómodamente, tomado mi café y recién retocado mi maquillaje, menos mal te leo, no se me olvide que si mi vida es un coñazo la de muchos otros es una puta pesadilla donde la muerte, violaciones, hambre, humillaciones, dolor y locura es tan real como mi café caliente y mi maquillaje de marca.
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