El haiku japonés de esta mañana se hizo una soleá como de invierno: llovía.
Haber… debe… tener… pagar…
Un nublado en los pies, una manzana bañada en caramelo rojo, Gomorra rediviva en mi entrepierna, la luz impenetrable de los ojos de Julia, el pan a la una y media, un deseo impotente de ser joven, la plástica sonrisa de Mercedes Comarq, el clavicordio viejo en esa estancia comida por el tiempo, un rufián en la esquina, dos deudas que pagar y sin dinero, la casa sin hacer, el polvo de la rubia que pasea un carrito, esos naipes marcados de la banca [hijos de la gran puta], el móvil apagado y mi desidia, un poco de hachís, tetas con desayuno cada día y una erección de nada por las tardes, Lorena haciendo cola en Ministerios, dos monjas en un Jeep, mis mangas regazadas y hace frío, Lucero, Guadalupe, Isabelita Huete, Belén, Beatriz [la de Dante, ¡pardiez!], tres gipilollas, una fotografia del revés con todos mis amigos en la sierra, ¿qué será de Isabel?, el ‘traigo viudas mozas…’ gongorino, un Diego de Ravel o Josep Sou, Hilario equilibrado en su poesía, Jacinto, Richar…
El otoño es preclaro con las cosas de atar, y de trabar facturas me queda lo que pienso mientras sumo sus cifras [justo lo que arriba se cita]. La verdad es que no me interesa nada el tema de los números prosaicos: los saldos positivos, el rojo de los números, las letras de vencimiento urgente, créditos por pagar, el renting que revienta por sus flancos, las nóminas del mes…
Tengo trabajo y me basta… pero también tengo llamadas de bancarios apremiándome y clientes que no pagan si no es con una daga relamiendo sus cuellos… Me toca los cojones esta feria del debes y te deben, pues su música autista me rechina justito en la frontera de lo que me apetece.
Me toca los cojones… pero también me afecta.
Haber… debe… tener… pagar…
Un nublado en los pies, una manzana bañada en caramelo rojo, Gomorra rediviva en mi entrepierna, la luz impenetrable de los ojos de Julia, el pan a la una y media, un deseo impotente de ser joven, la plástica sonrisa de Mercedes Comarq, el clavicordio viejo en esa estancia comida por el tiempo, un rufián en la esquina, dos deudas que pagar y sin dinero, la casa sin hacer, el polvo de la rubia que pasea un carrito, esos naipes marcados de la banca [hijos de la gran puta], el móvil apagado y mi desidia, un poco de hachís, tetas con desayuno cada día y una erección de nada por las tardes, Lorena haciendo cola en Ministerios, dos monjas en un Jeep, mis mangas regazadas y hace frío, Lucero, Guadalupe, Isabelita Huete, Belén, Beatriz [la de Dante, ¡pardiez!], tres gipilollas, una fotografia del revés con todos mis amigos en la sierra, ¿qué será de Isabel?, el ‘traigo viudas mozas…’ gongorino, un Diego de Ravel o Josep Sou, Hilario equilibrado en su poesía, Jacinto, Richar…
El otoño es preclaro con las cosas de atar, y de trabar facturas me queda lo que pienso mientras sumo sus cifras [justo lo que arriba se cita]. La verdad es que no me interesa nada el tema de los números prosaicos: los saldos positivos, el rojo de los números, las letras de vencimiento urgente, créditos por pagar, el renting que revienta por sus flancos, las nóminas del mes…
Tengo trabajo y me basta… pero también tengo llamadas de bancarios apremiándome y clientes que no pagan si no es con una daga relamiendo sus cuellos… Me toca los cojones esta feria del debes y te deben, pues su música autista me rechina justito en la frontera de lo que me apetece.
Me toca los cojones… pero también me afecta.
De FUMADORAS |
la vida, en cuanto nos descuidamos, toma forma de libro de cuentas
ResponderEliminar(¿lo que lleva la fumadora es una serpiente?)
saludos
Y yo qué sé, amigo Pedro.
ResponderEliminarSaludetes