Son días de cera con mujeres de cera que se filtran entre las sombras de los árboles y enrojecen al abrazarlas con cierta intención culinaria.
Ya no hay amas de cría, pero abundan como nunca las pupilas y los pechos como ojos abiertos y asombrados… y adentro los pulmones y las venas, y adentro el que bombea feromonas y se queja por exceso de curro, y adentro la laguna donde el orín se remansa buscando ser chorro en un instante.
Las mujeres de cera se muestran transparentes y sus tangas prometen un crepúsculo en el que hacerse puente de carne y espesura… también tienen umbral para los transeúntes que sienten el bocado de su ictericia falsa hecha de sol y cremas.
De noche no vigilan sino a quienes las rodean con los ojos mientras sus piernas cuelgan de largos taburetes y chasquean con sus clítoris canciones de sirenas algo afónicas. A veces son escote donde oficiar un rito y otras veces bragueta que espera la comparsa de unas manos y otras veces casulla donde esconder la llaga y otras veces el tumbado remolque que se aprieta en las piernas.
Es verano de exvotos y mujeres de cera que se afeitan el pubis y desnudan sus sexos [que parecen culebras enrolladas, calamares dormidos, corolas de labiadas, colimbos sin plumaje, estómagos de gato, dos lombrices de tierra, una oliva madura, el muerto en una guerra…] para que no se vean [!]… y hay un ‘sense’ que aprieta donde el fuego deshace, aunque ya soy fracaso [quién lo dijera].
Y es que ver al que muere cada día a mi lado me pone bien alerta. Verle agotarse a tragos y dejarse en la espera de lo que se avecina, verle vencido, en resta, caducado, sin ganas, destruyéndose… me enciende hasta la selva de lo que no conozco, me lleva a las respuestas del carbono y la fiebre, me lanza a la academia de lo que pide el cuerpo, me estira y me penetra…
Son días también de presentir desnudos, de penetrar pereza, de olfatear sudores mezclados con cerveza, de palparse con ganas, de codiciar la felpa que antecede a las vulvas, de desear cadencia, de acoplarse tranquilo después de la refriega, de moldear los músculos y enarcar las caderas, de tensar los tendones, de apresar lo que apresa, de morder unos senos coronados de almendra, de resplandecer algo, de soldarse a unas piernas, de babear despacio, de derretirse a tientas, de fallecerse en alguien que no te desfallezca, de incrustarse en lo rojo, de injertar lo que crezca, de chupar, de besarse, de respirar a medias…
Imagen tomada por Alberto Hernández en Blues Béjar.
Sin pasión no hay vida, sólo charcos que se evaporan bajo el sol.
ResponderEliminarHay que vivir, cuando menos, soñando.
Dnc
No tenemos edad, tenemos vida.
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