Ir al contenido principal

Desahucio de mí.


15 de febrero de 2009
Cuando me siento mal, cuando todo me falla y mi pequeño mundo se estremece, siento un primer impulso de necesidad del otro, de ojos que me comprendan y me animen, de brazos que me sujeten y aminoren el daño... luego, cuando tramito el daño y lo esqueleto, cuando lo extiendo en la mesa de planos, veo con claridad que me equivoco en ese primer impulso, que solo me necesito a mí, que me basto y me sobro, que fiarme del otro me hace siempre mucho más vulnerable de lo que ya lo era. Tomo entonces mi estado de ánimo y lo zarandeo, lo tuerzo, lo retuerzo y peleo con él hasta que el aliento lo permite. Dejo pasar unos días. Silencio y tensión contenida. Y vuelvo a ser lo que debo ser, sin más.
Llevo así una temporadita... y lucho por salir, estoy luchando, a pesar de los golpes continuos y mantenidos, a pesar de las deserciones y algunas miradas hoscas, a pesar de que todo lo atado se desata por momentos y me deja pendiendo de débiles hilos.
Dejé de lado durante estos días mis proyectos en Perú, Gambia y Senegal... olvidé mi empeño literario... deseé dejarme caer como un fardo pesado y hueco hasta donde hubiera una base sólida que recogiera mi peso... y hoy, con el último golpe sonando en mi cabeza, como un púgil confuso, me he lavado el cuerpo entero, he desayunado fuerte y me dispongo a volver a ser el gestor único e invencible de mis días.
Retomaré el camino intentando empujar a mis negros a lo que debe ser [están jodidos lo dos y, encima, yo no acompaño], infundiré en mis hijos el hambre por comerse el mundo con decencia, trabajaré las horas que me exijan los proyectos SBQ, hasta que quede felizmente agotado, retomaré el camino de mi empresa con ganas y atacando las yugulares precisas, escribiré de nuevo con voluntad poética y volveré a sonreír a todo el que lo merezca.
Quien quiera estar al lado, será bien recibido siempre... quien quiera estar enfrente, recibirá su dosis de pelea... quien quiera retirarse, sabe que no hay problema y que todo lo hecho es casa y lumbre a la que regresar cuando apetezca.
Hala, chaval, camina, grita, pelea, escupe, siente... y, por favor, concreta.
•••
Mientras escribo esto, la lata de Coke me mira medio vacía y el cenicero está repleto de colillas apestosas... hoy ando metido en Winston, porque el Chester se acabó en PdT y no me apetecía acercarme hasta otro surtidor... el Winston me pone la cabeza loca y me deja la garganta reseca y la lengua gorda. Regurgito aún los restos de la tarta que comí de postre y tengo en la mano el olor a Loewe [se me escurrió el perfume al ponérmelo, antes de salir de casa... siempre me perfumo antes de salir de casa... y se pasa jodidamente a cada cigarro que fumo, destrozando su sabor y su aroma]. Afuera andan pegándose palos los partidos políticos, intentando esconder sus latrocinios miserables para llevar las elecciones autonómicas a sus oscuros territorios... y la verdad auténtica está sentada en casa con la bolsa del orín colgando y el gesto torcido por el dolor...
Pienso en salir, pues el temporal ha amainado y el día está luminoso, pero lo estropearía todo, ahora que estoy decidido a salir adelante. Los días hermosos me ponen melancólico y me hacen ver mi edad con asteríscos y notas al margen, y lo mismo me pongo tontísimo y empiezo a notarme de pronto un poeta moderno que escucha a Ray Charles y mira el expresionismo alemán como el norte. No, ahora no quiero eso, ahora quiero entonarme y volver a sentir este dolor de cervicales como una señal magnífica, apretar los riñones y exprimirme como un amante lascivo, merodear por las palabras a las que pretendo como un novio, morder en la mejilla al primer ser humano que se me ponga enfrente. Sí, rabioso es la palabra exacta, estoy rabioso hasta el punto de olvidarme de mí, y quizás fuera bueno apuntar sobre cada miembro mío su nombre... ‘mano’ sobre la mano, ‘cuello’ sobre el cuello, ‘muslo’ sobre cada uno de mis muslos, ‘codo’, ‘nalgas’, ‘hombros’, ‘nuca’, ‘espalda’... todo con rotulador negro... y rodear en rojo cada punto sensible, comentando su reacción y mi placer o dolor, según el caso... y luego mirarme para reconocerme por capítulos: ‘¡coño, mis piernas... mis ojos... mi boca... mi sexo...!
En fin, que se me acabó el Winston, y la Coke ya no está ni para regar tiestos. Me voy hasta mi casa a tumbarme como una estatua antigua o un árbol recién cortado.

Comentarios

  1. Venga p´arribaaaaa hombreeee, es que eres mu grandote y siendo grandote la vida pesa más, solo es eso (no ves lo ligero y estiraos que van los chiquininos?)

    Y por qué fuma tannnto Sr. Comendador? no ve que me da envidia...? ahora mismo me fumo uno, ea!


    -Regurgito la tarta dice... jijiji, qué "peazo" cochino!, seguro que era de nata-

    Un beso grannnnnde y ánimo -¡con lo que Vd. vale, cago en la mar....!
    pd.:¿"latrocinios"? me voy a hacer una visitilla a mis amigos de la Real Academia...

    ResponderEliminar
  2. El problema es que en ese zarandeo, en ese hacerse esquelto en la autosuficiencia, a veces se levanta polvo que le entra en los ojos a los que nos rodean. Y muchas veces hasta se le hace daño a los que nos quieren.
    Pero uno es como es. Y es una lata esto de que el cuerpo cante a su aire, y parezca que se va de nosotros.
    Bueno.
    Un mal día.
    ¡Ánimo!

    ResponderEliminar
  3. Ya sabes, cuando las pilas se agotan hay que cambiarlas. Cuando las ganas se rebelan hay que darles de hostias.
    Siempre contigo y muchos cariños.

    ResponderEliminar
  4. Soledad tiene razón. Uno decide quién entra en su casa, y cómo y cuando. Pero se arriesga a que tal vez los invitados no estén en la misma cadencia cuando uno quiere volverles a abrir la puerta. No es el caso, no es el mío al menos, no lo es a pesar de, pero pudiera ser.
    Por supuesto que tendrás que levantarte tú solo, no podemos pagar tus deudas, ni curar tus riñones ni hablar por ti, pero ayuda saber que hay alguien. Al menos a mí me ayuda. Tú tienes multitudes a tu lado.
    Yo tengo a Marie.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...

Entradas populares de este blog

Al Canfrán a varear fideos...

Debe ser de cuando te mandaban “al Canfrán a varear fideos” o incluso de aquella mar salada de los ‘mecachis’... el caso es que siempre llevo puesto algo de casa [que es como decir algo de antes] en la jodida cabeza... y nado entre una pasión libidinosa por decir lo que me dé la gana y un quererme quedar en lo que era, que es lo que siempre ha sido... pero todo termina como un apresto en las caras, mientras el hombre de verdad dormita entre una sensación de miedo y otra de codicia... ¡brup!... lo siento, es el estómago que anda chungo... y tengo ideología, claro, muy marcada, y la jodida a veces no me deja ver bien, incluso consigue que me ofusque y me sienta perseguido... a veces hago listas de lo que no me gusta y de los que no me gustan... para qué, me digo luego, y las rompo... si al final todo quedará en lo plano y en lo negro, o en lo que sea, que al fin y al cabo será exactamente lo mismo... es por eso que hay días en los que me arrepiento de algunas cosas que he hecho, casi t

Los túneles perdidos del Palacio Ducal bejarano.

Torreón del Palacio Ducal con el hundimiento abajo. De chiquitillo, cuando salía de mis clases en el colegio Salesiano, perdía un buen ratito, antes de ir a mi casa, en los alrededores del Palacio Ducal bejarano. Entre los críos corrían mil historias de pasadizos subterráneos que daban salida de urgencia desde el palacio a distintos puntos de la ciudad y nos agrupábamos ante algunas oquedades de los muros que daban base a los torreones para fabular e incluso para ver cómo algún atrevido se metía uno o dos metros en aquella oscuridad tenebrosa y estrecha. Ayer, en mi curioso pasar y por esa metichería que siempre tenemos los que llevamos el prurito de la escritura, escuché durante el café de la mañana que se había producido un hundimiento al lado de uno de los torreones del Palacio Ducal y corrí a pillar mi cámara y me acerqué hasta el lugar. Allí, bajo el torreón en el que se ha instalado una cámara oscura hace un par de meses, había unas protecciones frugales que rodeaban un aguj