Ayer recibí paquete de Jaio con cuatro hermosas sorpresas: la edición de “El príncipe Z”, de Juan Guinea Díaz, con ilustraciones deliciosas de Mar Cosías Gila y Mª José Cordero López; el libro de aforismos “La realidad es otra”, de Albert Lladó [delicioso y absolutamente recomendable]; un ejemplar de “Poesía de barra. Un bar de poemas”, en el que participo con una servilleta aforística; y una bolsa de chapas con mi aforismo servilletero. A la media hora de recibir el paquete, me llamó Jaio con la voz casi perdida [ha estado enferma esta supercampeona AFortiori y aún le quedan restitos en la voz] para contarme que el Instituto Cervantes de Belgrado ha tomado mi aforismo [“Solo tu colchón conoce el peso de tus sueños”] como lema de su representación en la Feria del Libro de Belgrado, y que lo acompañaba con un vasito de sangría para agasajar a todos sus invitados y a las personas que pasaban por allí, cosa que me llena de ganitas y me quita lo poco de gatinín que me quedaba. Y que estoy feliz porque la bichita creativa me lleva a este tipo de cosas pequeñas y a la vez grandísimas que suponen un acicate ‘de verdad’ para seguir. En la última semana han sido el Premio Aintzinako Bihotz, la representación en Belgrado y las palabras de los que visitan mi pequeña exposición de tuneos [todas consideraciones magníficas por lo que suponen y, sobre todo, porque no llevan añadida esa plaga económica que lo destroza todo y hace que los reconocimientos acaben no siendo de verdad y respondan más a intereses o al pago de favores]. Que gente de tu mismo trazo ideológico y cultural decida otorgarte un reconocimiento lleno de sentimiento y sensibilidad [y solo eso], que una alta institución decida utilizar tus palabras sin que medie más que el gusto por lo escrito [sin contratos ni deudas] y que alguien te diga emocionado, mirándote a los ojos, que lo que haces le llega... es a lo más que puede aspirar un tipo como yo.
Estoy francamente emocionado.
Gracias.
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