Sí, mis gafas son mis gafas y me sirven para enfocar letras y objetos, para leer mejor y obtener la información de imágenes con más nitidez... pero en sí mismas son un instrumento sujeto a la multilateralidad que me sobrepasa por donde lo mire... con ellas puedo hacer el efecto lupa e intentar el fuego, puedo romper sus cristales y utilizarlos para herir o cortarme las venas, pueden ser objeto de arte bien o mal decoradas, servir de calzador o de diadema, se puede mover el café con sus patillas o hacer fotos deformadas desde su óptica... pero si nos vamos a sus mediaciones, mis gafas me llegan por medio del óptico que me las vendió, que a su vez las recibió por medio de un transporte desde las naves del almacenista, que a su vez las recibió del fabricante, un tipo con dinero que compró los pasta y metales, vidrio y otras materias primas... y sus máquinas de trasformación y fabricado... y todos consumieron energía eléctrica y se movieron gracias a la gasolina de las gasolineras que surtieron los diversos transportes... así, mis gafas son un producto complejo y muy mediado que es capaz de hablarme de las capacidades del hombre, de sus capacidades de uso y transformación de todo lo que cae en su mano... y mis gafas, estas gafas que ahora reposan sobre mi nariz, no son inmutables, pues cambian ellas y me cambian a mí, cambian mis puntos de vista con ellas y sobre ellas, haciéndome más complejo de forma casual o buscada, que eso no importa, pues son capaces de resistir la descontextualización y aún ser gafas sin sus cristales tallados y medidos... y esto sucede igual con mi mechero, con mi silla, con mi pluma, con mi computadora, con mi teléfono, con el tintero, con el plato hondo y con el tenedor... y yo intento llevarlo a la escritura, al poema, al pensamiento sereno y al pensamiento apresurado, a la pintura... buscarle significado multilateral a todo lo que hago y jugar con ello hasta el éxtasis, el caos total o el aburrimiento... es eso, sí, es eso... y hoy he sido capaz de describirlo un poco.
Viendo los sucesos trágicos que atraviesan el mundo del hombre en estos días, me apetece dejar una breve reflexión sobre ello para que no me quede la vergüenza propia de haberme callado… Las religiones son profundamente dañinas en lo individual y en lo colectivo, en lo cercano y en lo lejano. Siempre basadas en el miedo, en el temor, en la búsqueda constante de un estado de tristeza marcado a fuego en todas sus pautas morales, dirigistas, sometedoras de pensamiento, acodadas con fuerza al dinero y a los grupos de poder que emponzoñan las sociedades desde hace siglos… Por ello, no es peor un cristiano que un judío o un islamista, que son todos malos de raíz, perversos y fieros estabuladores de grupos humanos… Ordenan el odio y la agresión, las más bajas pasiones y la aniquilación de quienes no comulgan con sus mandatos morales. En periodos de paz penetran sibilinamente en las conciencias y procuran que en los poderes políticos y económicos estén sus fieles ordenándolo todo a su ex...
Gafas de cíclope, gafas lectoras, gafas seguras, gafas regalo, gafas quebradas, gafas soperas, castas gafas, gafas cinéfilas. ¡Ay, las gafas!
ResponderEliminar-¿Para qué sirve un poeta?-
ResponderEliminarEl poeta tiene que ver con el verbo ver,con el verbo sentir y con el verbo escribir.
El poeta sirve… como unas gafas, para que veas, hijo mío, para que veas.
GLORIA FUERTES
Ja ja ja... pero de dónde sacas tanta gafa????? Te faltan las de Manolito Gafotas. Yo te presto las mías que son... de GAFALUPE!!!!!! Alguien te está gafando, me parece (o soy yo que estoy gafada ¿?%&$"?).
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