Ser solidario una vez al año es una bonita anécdota en tu currículum personal (el que solo te interesa a ti) y te sientes bien. Ser solidario una vez al mes es una sana costumbre que te viene dejando la conciencia limpia el día que te solidarizas y te sientes bien. Ser solidario una vez a la semana dice mucho de ti y te deja muy bien. Ser solidario cada día es muy interesante, pues es indicativo de que la cooperación con quien lo precisa está metida en tu trasunto ideológico, y te deja muy bien. Ser solidario todo el tiempo es para nota y te suele dejar muy mal. Lo sé, es paradójico a primera vista, pero es la pura realidad.
Veréis, quien se trabaja la solidaridad a tiempo completo (sin sueldo, por supuesto, que lo contrario no vale, por lo menos para mí) se encuentra con problemas diversos que terminan afectándole con verdadera intensidad. Por una parte, la solidaridad depende siempre de un 'otro' con el que compartir o contra el que pelear, de un 'otro' al que convencer y al que mantener en alerta constante, de un 'otro' al que implicar en el proceso solidario con determinación, de un 'otro' al que intentar fidelizar..., y de este asunto, como en todo lo que suponga una 'relación' entre individuos, a veces uno sale mal parado. Mientras que quien es solidario en un momento dado solo obtiene satisfacción, quien dedica todo su tiempo al trabajo solidario tiene que saber explicarse y hacerse entender, tiene que ser 'demostrativo plural' para no dejar ni un resquicio a la duda, tiene que pelear por una parte con la 'claridad' y por otra con el absoluto cuidado de que esa 'claridad' no afecte de forma alguna a quien recibe la ayuda (tengo varios ejemplos vividos en carne propia en los que, por el afán de demostrar que la ayuda llega a su receptor, se le hace daño). Y después de todo esto, quien se dedica a la solidaridad a tiempo completo tiene que dar las gracias siempre al que es solidario un día al año, un día al mes o un día a la semana. Curioso, ¿no? A mayores, siempre se está en duda, la duda que tienen los demás sobre ti y las dudas que tienes tú sobre ti mismo. Nadie duda de quien es solidario un día al año o un día al mes, pero todos dudan de quien es solidario todos los días. ¿Complejo, no?
Para evitar estos problemas, quien trabaja a tiempo completo en solidaridad debe ajustarse a un método de trabajo capaz de justificar hasta el más mínimo detalle (tremendo, porque eso significa un enorme trabajo añadido al de procurar fondos con el trabajo propio y hacerlos llegar a destino con el mínimo de pérdida).
Así las cosas, lo cómodo y lo más decorativo es ser solidario para que otros desarrollen la acción solidaria.
Algo no funciona en todo este proceso.
Veréis, quien se trabaja la solidaridad a tiempo completo (sin sueldo, por supuesto, que lo contrario no vale, por lo menos para mí) se encuentra con problemas diversos que terminan afectándole con verdadera intensidad. Por una parte, la solidaridad depende siempre de un 'otro' con el que compartir o contra el que pelear, de un 'otro' al que convencer y al que mantener en alerta constante, de un 'otro' al que implicar en el proceso solidario con determinación, de un 'otro' al que intentar fidelizar..., y de este asunto, como en todo lo que suponga una 'relación' entre individuos, a veces uno sale mal parado. Mientras que quien es solidario en un momento dado solo obtiene satisfacción, quien dedica todo su tiempo al trabajo solidario tiene que saber explicarse y hacerse entender, tiene que ser 'demostrativo plural' para no dejar ni un resquicio a la duda, tiene que pelear por una parte con la 'claridad' y por otra con el absoluto cuidado de que esa 'claridad' no afecte de forma alguna a quien recibe la ayuda (tengo varios ejemplos vividos en carne propia en los que, por el afán de demostrar que la ayuda llega a su receptor, se le hace daño). Y después de todo esto, quien se dedica a la solidaridad a tiempo completo tiene que dar las gracias siempre al que es solidario un día al año, un día al mes o un día a la semana. Curioso, ¿no? A mayores, siempre se está en duda, la duda que tienen los demás sobre ti y las dudas que tienes tú sobre ti mismo. Nadie duda de quien es solidario un día al año o un día al mes, pero todos dudan de quien es solidario todos los días. ¿Complejo, no?
Para evitar estos problemas, quien trabaja a tiempo completo en solidaridad debe ajustarse a un método de trabajo capaz de justificar hasta el más mínimo detalle (tremendo, porque eso significa un enorme trabajo añadido al de procurar fondos con el trabajo propio y hacerlos llegar a destino con el mínimo de pérdida).
Así las cosas, lo cómodo y lo más decorativo es ser solidario para que otros desarrollen la acción solidaria.
Algo no funciona en todo este proceso.
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