Separar a un niño o a una niña del grupo y entregarle unos zapatitos de su talla sin que se enteren los demás porque no hay suficientes zapatos para todos y sentirte fatal por ello, a pesar de que sabes que esos zapatos van a ser su tesoro. He llorado dos veces en mi viaje a Perú, y las dos han sido de impotencia… No, la verdad es que he llorado tres veces. La tercera ha sido después de despedirme de Lorena en el aeropuerto. Quiero un montón a esta mujer que es todo corazón y esperanza.
Separar a un niño o a una niña del grupo para entregarles algo en secreto es tremendo, colegas. Tremendo y triste.
Comentarios
Publicar un comentario
Por favor, no hables de mí... si acaso, hazlo de ti mismo...