La consolidación de una clase media sólida es fundamental en las economías emergentes, como la de Perú. Un país rico en materias primas por explotar y con un turismo potencial de primera línea no puede tolerar la bipolaridad social a la que está sometido por sus gobernantes. Solo desde una acción política sensata y mantenida y con un proyecto bien trabado que piense en sus ciudadanos sin despreciarlos, puede conseguirse el objetivo de afianzar esa clase media necesaria, que debe estar asentada en la dignidad económica y en la obligación constante con el Estado que ha de protegerla y empujarla. No puede ser que a un funcionario público medio no le alcance su sueldo para llegar a final de mes y que su paso social sea totalmente apurado. No puede ser la exigencia dura de impuestos sin unos servicios dignos y universales. No puede ser que la ganancia pertenezca solo a las clases que ostentan el poder y juegan con él desde puestos políticos ganados desde la prebenda y el negocio sucio. En Perú se necesita una clase media sólida y una casta de políticos dignos en todas las administraciones. Y desde ahí, un orden social serio y generoso que garantice el censo total, la educación obligatoria hasta cierta edad, la protección absoluta y legal de la infancia y la vejez, la promoción de vivienda pública digna, la regulación justa de los derechos de los trabajadores, una sanidad decente y una justicia más decente si cabe… Todo esto y más lo trae consigo una clase media bien armada y sostenida por una legislación que la favorezca. Perú tiene los medios –muchos más medios que los países europeos– y debe pelear por su gestión justa.
Sé que para lograrlo se van a necesitar varias generaciones, pero hay que empezar a trabajar en ello expulsando de todas las administraciones las corruptelas y tomando el timón de un país que, por el valor de sus ciudadanos y por el tesoro de su cultura, sus materias primas y su exhuberante geografia, debiera estar entre las primeras potencias mundiales.
Que se deje de robar en las altas esferas, que se dejen de regalar valores al extranjero a porcentaje, que se dé dignidad a cada uno de los ciudadanos peruanos y a la vez se les exija colaboración, que se ordene el país con una red de carreteras digna (muy necesaria) y que se eduque en todos los sentidos (desde el sanitario hasta el democrático, pasando por el tráfico, que un país ordenado en sus estructuras termina siendo ordenado también en cada uno de sus habitantes).
Me duele mucho ver miseria donde hay medios de sobra para que no exista, y en Perú lo veo cada vez que visito el país.
Espero que, más pronto que tarde, el peruano encuentre el camino y la forma de salir de su caos para entrar en un ‘orden’ capaz de beneficiar a todos y cada uno.
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